A tumba abierta. Raúl Argemí: sobrevivir al pasado

a tumba abierta portadaHace unos pocos días, en el equipo de redacción de Solo Novela Negra, me dieron a elegir entre tres libros para que escribiera la reseña de unos de ellos, o de los tres, si finalmente me animaba a hacerlo. Leí someramente los títulos y los resúmenes de las contraportadas y, sin más información, el azar o la intuición me llevaron a elegir este que hoy me propongo reseñar. En cuanto lo hice, mi amigo Anxo me dijo: “sabía que ibas a escoger al argentino”. Me sentí perplejo. En ese momento, ni siquiera sabía que el autor era argentino, aunque es indiscutible que siento especial predilección por los narradores de aquel país, así que me alegré de la elección.

Hay veces en las que uno tiene la sensación de estar descubriendo algo o alguien aunque no sea del todo cierto, y eso es lo que me pasó con esta novela, porque en el caso de Raúl Argemí, estamos hablando de un escritor que, si bien era un desconocido para mí, tenía una trayectoria literaria que empezó a darse a conocer en 1996, con la publicación de El gordo, el francés y el ratón Pérez, y que desde entonces no ha cesado de producir obras de literatura negra que, además, han sido avaladas por bastantes premios literarios de mucho prestigio, entre ellos el Dashiell Hammett o el Novelpol.

He de comenzar haciendo una precisión. Raúl Argemí escribe novelas negras, eso es cierto. Pero catalogar a esta novela como una novela negra me parece simplificar demasiado el concepto y yo lo llevaría mucho más lejos: A tumba abierta es Literatura en estado puro, de la buena. Porque, al menos para mí, leer A tumba abierta ha sido una de las experiencias más dichosas que he tenido como lector en bastantes años. Como dicen en mi tierra, para quitarse el sombrero.

Al igual que el propio escritor, el protagonista de esta novela es un argentino que fue un activista político de izquierdas que tuvo que huir de su país cuando la dictadura comenzó a detener, torturar y asesinar a cualquiera que estuviera bajo la sospecha del régimen. Nuestro protagonista se encuentra obligado a esconderse bajo diferentes nombres, dependiendo del lugar en que se encuentre o de las personas con las que hable, tanto es así que en un pasaje del libro, aludiendo al asunto de sus identidades, confiesa que a veces tiene dificultades para saber quién es él realmente. Un desafortunado accidente hace que mate a su propia novia de un disparo y, a partir de ese momento, inicia una huida continua, perseguido sin tregua por la policía y los militares argentinos. Primero lo esconderán sus propios compañeros de milicia y, antes de huir definitivamente fuera del país para desplazarse a España, él y otros compañeros depositan en una sucursal suiza una importante cantidad de dinero que solo podrá ser recuperada con la firma de al menos tres de ellos. Cuando nuestro protagonista (Juan, Carles o Enrique) se instala en España, nos cuenta siempre en primera persona, cómo vuelve a ponerse en contacto con algunos de sus antiguos compañeros de la milicia y cómo un cúmulo de circunstancias imprevistas lo obligan a revivir su pasado y regresar a Buenos Aires para liquidar el asunto de aquel depósito suizo. El pasado puede estar lleno de asperezas, y cuando en ese pasado está presente la muerte y la tortura, el reencuentro con ciertas personas no siempre es agradable ni mucho menos seguro. Consciente de que su regreso está lleno de riesgos y de que su propia vida puede acabar en un viaje de solo ida, Juan Hiram recorre todos los escondrijos de antaño reencontrándose sucesivamente con amigo y enemigos que, con el tiempo, se han convertido en fantasmas del pasado, en presencias hostiles cuyo único sentido es la aniquilación del otro.

La prosa de Raúl Argemí es engañosamente fácil. Llena de frases cortas y amargas nos muestra a unos personajes que parecen de vuelta de todo, vencidos por la vida, avejentados, cansados de una lucha que ya no tiene ningún sentido para ellos. Tanto que el personaje central llega a decir cosas tan brutales como que el único día feliz que pasó en España fue cuando se enteró que habían derribado las Torres Gemelas. Uno de los personajes, que ha pasado por las prisones de los dictadores dice:

Lo peor, o lo mejor, de saber que te van a matar, si no hoy, seguramente mañana, es que te ves obligado a mirarte a la cara. Cuando estás condenado, tu vida, toda tu vida, te pide cuentas.

La narración va alternando con inteligencia y agilidad los periodos en que el protagonista está en Argentina como militante opositor a la dictadura, con los que luego pasa en su exilio en España, y finalmente, su regreso a Buenos Aires para reencontrarse definitivamente con su pasado, todo ello perfectamente calibrado con suma precisión. El libro está lleno de una crítica tanto social como política, el autor hace referencia tanto a la cruel dictadura de Videla como a la de Franco, pasando por otros asuntos como la monarquía española, el golpe de estado del 23 F, la movida, los mundiales de fútbol del 78 y del 82, la Guerra de las Malvinas, así como otros asuntos que no dejarán indiferente al lector español o al argentino. Es crítica política puede leerse en fragmentos como este:

Tendría que haberlo supuesto: lo único que no toleran los mandantes de una sociedad es que les quiten el poder. Todo, todo lo demás, hasta el veneno, lo digieren, lo metabolizan, lo integran.

A tumba abierta es una novela sobre la supervivencia. Sus protagonistas, en cierto modo se han limitado a eso: lo suyo, más que una vida, ha sido un ejercicio de supervivencia, y ese escepticismo que pulula en todas las páginas del libro a veces se condensa en un solo párrafo, como cuando el protagonista se hace el siguiente planteamiento:

¿Para qué iba a volver? ¿A qué país iba a volver? ¿Tenía un país?

El amor y la amistad también están presentes aunque con un inevitable poso de amargura y desencanto. Como cuanto el protagonista dice:

Estaba muy claro: por alguna razón que tendría que ver con la vida y la muerte, con el Eros y el Tánatos, tenía una necesidad imperiosa de enamorarme. La fortaleza de silencio, furia y soledad en que me había refugiado tenía un punto débil, muy débil.

En esta novela no hay subterfugios, todo se muestra tal cual es: con una franqueza desgarradora y conmovedora al tiempo, con una fuerza narrativa envidiable. Una lectura absolutamente recomendable.

A tumba abierta. Raúl Argemí. Navona Editorial

Rate this post

Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

Check Also

Retrato de Raymond Carver

Catedral de Raymond Carver: relatos de la vida cotidiana

Catedral, de Raymond Carver es una colección de relatos que captura la esencia de la …

Deja una respuesta