Ángel Barrios y Granada. Ismael Ramos: la estela de una época

Ángel BarriosNo resulta muy habitual dar con un libro dedicado a un músico español y mucho menos encontrar uno como este en el que la labor de documentación es exhaustiva. El caso de Ángel Barrios fue el de un músico brillante que vivió una época de esplendor para, con el paso del tiempo, acabar tristemente olvidado. El autor, Ismael Ramos, ha recogido de forma pormenorizada cada uno de los hitos que marcaron la carrera de este singular guitarrista, genial intérprete y un importante compositor al que le tocó vivir en una época dorada de la cultura, una época en la que su ciudad natal, Granada, tuvo el honor de albergar a destacados intelectuales y artistas de todas las disciplinas artísticas: músicos, pintores, escritores, escultores y, en definitiva, toda una pléyade de intelectuales que pudieron haber marcado un camino diferente para un país acostumbrado al escaso interés por las artes y la cultura y que vivió lo que se conoce como la época de plata. Lamentablemente, todo ese esplendor se vio malogrado por la llegada de la Guerra Civil, que sumió a España en un pozo de oscuridad, tenebrismo y rechazo de la cultura, pues una de sus consecuencias fue que la mayoría de esos intelectuales que estaban aflorando y que pudieron haber dado un giro radical a la Historia de España, acabaron huyendo de un país en el que la instauración de una larga dictadura acabó por demoler sin piedad todo lo que con tanto esfuerzo se había logrado conseguir en el terreno artístico y cultural.

Todo el libro sigue un estricto orden cronológico en lo que se refiere a la vida de Ángel Barrios, su nacimiento en Granada y el gusto por la música que ya desde su infancia le imbuye su padre, Antonio Barrios, un apasionado de la música que le instruye en los rudimentos no sólo de la guitarra española sino también del cante y del violín. La familia de Ángel Barrios vivía en el barrio de la Alhambra, un enclave privilegiado en el que la belleza que los rodeaba acrecentó sin duda el gusto y la sensibilidad por las artes. La casa familiar era conocida como el Polinario, un lugar de encuentro en el que se reunían los amigos de la familia Barrios tanto para disertar amigablemente en las tertulias, como para tocar y escuchar música.

El joven Ángel tenía muy clara su vocación musical, así que no dudó en viajar primero a Madrid para perfeccionar sus conocimientos con el músico Conrado del Campo, y más tarde a París, donde conocerá a artistas de primera fila como Albéniz, con quien trabó una estrecha relación de amistad. Fue en esos primeros años cuando Ángel Barrios funda el trío Albéniz, compuesto por tres instrumentos de cuerda: guitarra, bandurria y laúd, y con este trío triunfa en París, además de en Londres y en Roma, ciudades en las que el trío fue aclamado en los conciertos.

Con el tiempo, Ángel Barrios se dio cuenta de que necesitaba algo más que interpretar la música de otros, y se lanzó a la difícil tarea de componer sus propias obras. Este singular hombre compuso zarzuelas y óperas como El Avapiés o La Lola se va a los puertos; trabó una gran amistad con Manuel de Falla y Con Federico García Lorca, y fue uno de los artífices junto a esos dos genios del famoso Concurso de Cante Jondo. La actividad cultural en aquella época era inagotable: Barrios tenía un grupo de tertulianos que se reunían en una cafetería: El Rinconcillo y también fue uno de los refundadores del Centro Artístico, Cultural y Científico de Granada. Por allí pasaron figuras tan destacadas como Falla, García Lorca, Rusiñol, Zuloaga, Andrés Segovia, Ravel, Zuloaga, Manuel Ángeles Ortiz, y un largo etcétera.

La inquietud de este artista no estuvo exenta de compromiso, y durante un breve periodo de su vida fue concejal del Ayuntamiento, corriendo a su cargo la organización de eventos culturales, festivales de música y también la recuperación de los autos de fe, como El gran teatro del mundo, que durante varios años estuvieron prohibidos. Demostró una gran atención en preservar el patrimonio cultural, e impidió la demolición sistemática del famoso barrio del Albaicín, o de monumentos como el Corral del Carbón. Compuso zarzuelas con libretos de reputados autores teatrales de la época, como los hermanos Álvarez Quintero o Pedro Muñoz Seca, aunque el éxito y la repercusión de estas obras no fuesen del todo lo que cabría esperar. Su labor fue reconocida con el nombramiento como director del Conservatorio y también obtuvo la Cátedra de Música en la Universidad de Granada.

En pleno auge de su carrera, el estallido de la guerra dio al traste con su prolífica labor musical y, aunque siguió componiendo, tras su marcha a Madrid, una vez acabada la guerra, su figura y su obra fueron quedando paulatinamente relegadas al olvido. Como dice el autor de este estudio biográfico, Ángel Barrios murió dos veces, la primera de ellas por el olvido. Hoy su figura ha sido parcialmente recuperada y hay un museo en el recinto monumental de la Alhambra que lleva su nombre, así como uno de los conservatorios de su Granada natal.

Ángel Barrios y Granada. Ismael Ramos. Patronato de la Alhambra

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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