El porvenir, de Mia Hansen-Løve: el ineluctable paso del tiempo

mia HansenPese al apellido de origen nórdico, Mia Hansen-Løve es una directora de cine francesa con un estilo muy personal pero que sin duda alguna bebe de las fuentes del cine clásico francés. Formada en la Escuela de Arte Dramático de París, colabora en la prestigiosa revista Cahiers du Cinema, por lo que sus señas de identidad quedan muy patentes en su cine.

Como sucede en muchas películas francesas, El porvenir es una película engañosamente sencilla. Sus personajes son gente corriente, con vidas que tienen poco o nada de excepcionales, pero que sin embargo se enfrentan continuamente a los avatares que su propia vida le va marcando. Porque en esencia, El porvenir, es una película sobre la vida y, más exactamente, sobre cómo el paso del tiempo afecta a las vidas de una serie de personas cuyas decisiones muchas veces vienen determinadas por su edad. De ese modo por la película desfilan personajes jóvenes que dejan traslucir un idealismo que parece insobornable, o un espíritu rebelde y crítico que, según descubrimos a través de otros personajes que ya han alcanzado la madurez, termina apaciguándose hasta conformarse con una cómoda rutina. Pero incluso esa dulce monotonía que da una vida cómoda, o acomodada, a veces se trastoca por una serie de imprevistos.

Isabelle Huppert interpreta magistralmente a Nathalie, una profesora de Filosofía en la edad madura que se enfrentará, a lo largo de la película a una serie de situaciones dramáticas que le harán replantearse de nuevo su vida. La enfermedad de su madre, o un marido que ha perdido la pasión o, al menos, la chispa amorosa que los mantenía unidos, serán dos de los puntos principales que se narrarán en esta película. La realizadora Mia Hansen-Løve nos muestra este punto de vista femenino con bastante sensibilidad pero sin dejar concesiones a la compasión. La película nos muestra la realidad de unas vidas enfrentadas a sus propios conflictos sin pretender en ningún momento juzgar a ninguno de sus protagonistas ni pretender dar un matiz moralista a las diferentes historias que rodean a la protagonista. Nathalie, se ve abocada, casi de repente, a un vértigo existencial cuando las estructuras familiares, laborales y sociales sobre las que se sustentaba, comienzan a desmoronarse. Todo ello causa en ella una suerte de estupefacción ante la que no sabe cómo debe reaccionar. Desesperada, trata de aferrarse a su pasado intentando revivir su juventud revolucionaria con unos jóvenes que viven en una comuna entre los que se encuentra unos de sus alumnos predilectos, pero tanto en esa como en otras situaciones, Nathalie termina por descubrir que el pasado sirve de poco, pues ella ya no es esa joven revolucionaria ni comparte los mismos ideales que sus alumnos o que sus hijos. Y sin embargo, el mensaje que nos lanza Mia Hansen-Løve en esta película, aunque parezca una perogrullada es que el tiempo nunca se detiene, y que la vida continúa.

Lejos de haberme parecido un filme completamente pesimista o existencialista, creo que lo enmarcaría mejor dentro del término realista y desde luego, huye totalmente del melodrama. Incluso la última escena, en la que Nathalie sostiene a su nieto en brazos mientras le arrulla cantándole una nana, es un guiño en el que se nos enseña, una vez más, que el ciclo de la vida no se detiene por mucho que queramos, y que el provenir estará siempre allí, esperándonos.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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