En busca de Klingsor, de Jorge Volpi: la ciencia y el mal

Portada de En busca de Klingsor, de Jorge Volpi

La narrativa hispanoamericana ha sido siempre pródiga en jóvenes talentos que, con destreza y empeño, han logrado desarrollar un trabajo absolutamente original y único. Es el caso de En busca de Klingsor, de Jorge Volpi, una novela alternativa que en su momento supuso un nuevo revulsivo para buena parte de los cánones literarios de la actualidad. Con esta novela, por la que Jorge Volpi recibió el premio Biblioteca Breve en 1999 el autor consigue crear con entereza una enrevesada trama sobre la ciencia y su responsabilidad en las implicaciones que surgen a diario en este campo a nivel moral.

Ambientada en la Alemania nazi del fascismo, En busca de Klingsor cuenta de manera fiel y verosímil la carrera ejercida por la administración del gobierno del Tercer Reich para conseguir crear y usar la bomba atómica. Sin lugar a dudas, la Segunda Guerra Mundial ha sido y sigue siendo uno de los temas fetiches de buena parte de los escritores de todo el mundo. Y cuando uno piensa que sobre esta temática se había escrito ya prácticamente todo, siempre resulta sorprendente y gratificante dar con una obra como esta, que aporta un enfoque original y diferente. Si bien esta novela no dilapida viejas tendencias estéticas, sí que es cierto que pone los cimientos de nuevos narradores. Un ejemplo de esto puede verse en el propio argumento, y en el trasfondo que tiene: una visión de la ciencia que ha atravesado buena parte del siglo XX.

Jorge Volpi, endeudado con padres narrativos que crearon el realismo mágico como una forma de discurso capaz de enfrentarse con la realidad, entremezcla verdad y ficción, para dar lugar a un relato que no pretende ser históricamente exacto del todo ni mostrar con rigor científico una revelación de lo sucedido en aquellas fechas. Se centra, especialmente, en el mundo de la ciencia durante el nazismo, así como en las asociaciones que había previas y que apostaban, también, por la supremacía de la raza aria, narrando cómo fue el caldo de cultivo intelectual, social y tradicional que dio lugar a la creación de la maquinaria de propaganda nazi.

Klingsor, nombre en clave del supuesto asesor en materia de ciencias de Adolf Hitler, se convierte en oscuro objeto de búsqueda por parte Francis Bacon, un intrépido científico convertido en teniente del ejército norteamericano. Ayudado por el matemático alemán Gustav Links, este se acaba convirtiendo en el narrador de una historia contada por él mismo en primera persona.

El personaje, profesor de la Universidad de Leipzig, está en plena recta final de su vida y se encuentra con la mente en absoluta efervescencia con la caída del Muro de Berlín en el otoño de 1989. Y es que, tras llevar encerrado más de 40 años en un centro de enfermos mentales de la extinta RDA, alterna de manera eficaz momentos de agotadora lucidez con otros de infinita disolución mental en un esfuerzo por intentar dejar constancia de su increíble historia antes de morir.

La trama sobre la que gira En busca de Klingsor es la permanente lucha de los científicos de la historia por conseguir equilibrar la balanza entre avance y moralidad. Con un excepcional esfuerzo documental, la física cuántica y las grandes mentes de dicha disciplina científica se lucen de manera casi obscena en un mundo que se encuentra al final de una terrible guerra destructora. De entre todas esas mentes destaca la figura de un Heisenberg al que no le importa sacrificar la libertad del mundo por conseguir más poder para la ciencia y que se convierte, con el paso de las páginas, en el principal candidato para ser considerado Klingsor. Otros científicos como Stark, Bohr o Schrödinger van pasando, de manera aleatoria, a ser considerados como el asesor más buscado en una lucha contra reloj.

Al margen del mal y la ciencia como principales elementos discursivos, En busca de Klingsor cumple a la perfección con lo establecido para este tipo de novelas. En este sentido la novela sabe mezclar en buenas dosis intriga, ciencia y física. Se trata de una narración compleja pero al mismo tiempo puede leerse con mucho interés e incluso con avidez, no resultando su contenido científico un obstáculo para su lectura, incluyendo a aquellos lectores profanos en la Física. Lejos de ser considerada una obra de divulgación, es más una historia donde se intenta, con notable éxito, insertar grandes ideas científicas para su conocimiento. Con continuos saltos narrativos temporales, la historia alterna escenas más típicas de las novelas de espías con otros de emociones complejas (como por ejemplo el de la doble relación del protagonista con una abnegada mujer de color y una fría pero bien situada mujer aria).

Podríamos decir que el leitmotiv de la novela es, en esencia, casi filosófico. El autor hace que nos preguntemos por las posibilidades de pensar el mundo de una manera matemática y exacta. O por los peligros del cálculo exageradamente preciso. O lo lejos que queda todo sentimiento cuando se piensa únicamente con cifras y causalidades.

El telón del nazismo es solo el eje o el escenario más simbólico en el que desarrollar esta tesitura tan particular: la del ser humano enfrentado a su propia creación y a sus posibilidades. Y, a su vez, de la terrible idea que asoma tras esos logros. La de que tal vez la verdad científica no sea tan hermosa o justa como se insinúa. O que, aun siéndolo, no se llegue a descubrir.

En busca de Klinsor. Jorge Volpi. Seix Barral

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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