Un espía entre amigos, de Ben Macintyre: cuando la realidad supera a la ficción

Ben MacintyreHay un viejo dicho que asegura que a veces la realidad supera a la ficción y esto, que parece una mera frase banal, ha quedado muchas veces constatado a lo largo de los tiempos, y no solo en la literatura. El libro que nos ocupa, Un espía entre amigos, puede ser leído, si así se desea, como si se tratase de una estupenda novela de espías, pero la realidad es que se trata de mucho más que eso. El trabajo de su autor, Ben Macintyre, no es ficción, sino una extraordinaria obra de investigación periodística que recoge documentos, fotografías y testimonios de las personas que tuvieron algún tipo de relación con Kim Philby, uno de los más célebres agentes dobles de todos los tiempos.

El mérito del libro no sólo lo constituye el impresionante trabajo de investigación y documentación sino que, además, hay que destacar, y mucho, las cualidades literarias de un libro que, no sólo nos aporta mucha luz sobre un periodo histórico lleno de sombras que abarca desde la Primera Guerra Mundial hasta los años de la Guerra Fría, sino que, tratándose de ceñirse a los hechos objetivos (aunque a veces un poco de especulación parezca inevitable), nos narra la historia del espía Kim Philby con mucha más emoción de la que he encontrado en muchas novelas de género, incluyendo a las de algunos autores consagrados.

Para que comprendan mejor de lo que estoy hablando, me remito al comienzo de este libro, que nos narra en un capítulo muy breve el encuentro que tuvo lugar en Beirut, en el año 1963 entre Kim Philby y su viejo amigo y colega Nicholas Elliot. Los dos hombres se conocen desde los tiempos de la Universidad, ambos provienen de familias acomodadas y han recibido la misma educación exquisita, totalmente británica y, por encima de todo los unía una estrecha y sincera amistad. Sin embargo, el día que se produce ese encuentro ambos saben que las máscaras han sido ya descubiertas, y que la fachada que Kim Philby ha sabido sostener durante más de treinta años se ha derrumbado por completo. Partiendo de ese breve encuentro, Ben Macintyre nos sumerge, a través de un flashback digno de la mejor película de suspense, por un laberinto lleno de trampas y vericuetos, de giros inesperados en los que conviven aparentes historias de lealtad y de amistad incondicional que, sin embargo, conducen inexorablemente a la traición, a la mentira y a la muerte.

Que dos amigos de juventud como Elliot y Philby acabasen en los servicios secretos se debió, en buena medida, a la influencia de sus padres, muy bien situados en el establishment británico. Ya en su época universitaria, Philby comenzó a relacionarse con grupos de ideología comunista  y aunque para sus familiares y amigos esa relación fue sólo un “coqueteo”, lo cierto es que dejó mella en el carácter de Philby, pues fue en esa época cuando conoció a los que serían sus colaboradores en el contraespionaje para los servicios soviéticos, conocido como “Los cinco de Cambridge”. Además de un excelente profesional, Philby poseía un don que lo hacía irresistible: su encanto personal. Fue precisamente por esa cualidad por lo que pudo triunfar y ascender de forma meteórica en la escala del MI5, primero y, más tarde en el MI6, llegando a ser el enlace entre el espionaje británico y el estadounidense. Pese a que los servicios de espionaje americanos investigaron a Philby y llegaron a sospechar que era un infiltrado, Philby logró salir del paso de forma airosa contra todas las acusaciones. Sus colegas del MI6, entre los que se encontraba Elliot, lo defendieron hasta el último momento. El autor nos explica que, por encima de las sospechas de traición a su páis, los británicos tenían un código que para ellos estaba muy por encima: el código de honor de los que eran, más que simples colegas de profesión, amigos. Hay una cita en el libro que lo resume todo: uno puede traicionar a su país, pero hay algo mucho peor y eso es traicionar a tus amigos. Desde el punto de vista de Philby, era todo lo contrario: uno puede renunciar a sus amigos, pero nunca se debe renunciar a las ideas.

Las filtraciones de Philby al espionaje ruso hiceron fracasar muchas de las operaciones secretas que se montaron por parte de los agentes británicos y americanos con mucho tiempo y dedicación y, no sólo eso, sino que se cobraron muchas vidas. Cuando Elliot acude a entrevistarse con Philby en Beirut, por su cabeza circulan multitud de preguntas pero sobre todas hay una que le atormenta la conciencia: ¿cuántas vidas habrían costado las traiciones de su amigo? Uno se imagina que en el momento de esa entrevista Elliot debió de odiar profundamente a una de las personas que más había querido y por la que había profesado auténtica admiración. Sin embargo, como he dicho al principio, la realidad puede superar ampliamente a la ficción y, el final de la historia de Philby con su huida a Rusia ante las mismas narices del servicio de inteligencia británico nos parece tan rocambolesco que, una y otra vez, como lectores atentos de la historia, aunque nos cueste creerlo, nos tratamos de convencer de que todo eso sucedió de verdad.

Un espía entre amigos. Ben Macintyre. Crítica

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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