James Salter. La última noche: la fragilidad del amor

la_última_noche_james_salterBajo la apariencia de la normalidad, cada persona puede esconder una herida con cuya cicatriz debe convivir el resto de su vida y, casi siempre, es a consecuencia de un fracaso amoroso. Los relatos de La última noche transcurren en ciudades estadounidenses y sus protagonistas son personas de clase media, desahogadas económicamente, personas que externamente no dan muestras de desequilibrio pero que por dentro son sumamente inestables, con un punto débil que las coloca al borde del abismo cuando de pronto descubren que no son lo que creían ser.

Las diez narraciones que componen este libro tratan de la fragilidad humana, y de la búsqueda incansable de la felicidad de unos personajes que se encuentran vacíos, desmoralizados, cuando de repente descubren que el amor que sentían por ciertas personas comienza a disiparse, que la felicidad sólo puede ser algo pasajero, y que tratar de recuperar los momentos dichosos del pasado puede constituir más un intento doloroso que de auténtica dicha. La sobriedad y economía narrativa con que Salter aborda cada uno de estos diez relatos no le resta profundidad ni belleza a sus narraciones, antes al contrario, las hacen más impactantes.

James Salter publicó La última noche con 81 años y, como es algo habitual en él, hacía ya varios años que no publicaba un libro. La mirada escéptica de un escritor a esta edad es más que evidente: Salter es un hombre que ha vivido y experimentado mucho y, pese a encontrarse de vuelta de todo, resulta llamativo que la temática central de todos sus relatos se centre en eso que llamamos amor. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de amor? Salter explora todos los ámbitos, cada recoveco del alma humana, para diseccionar eso que el gran maestro Raymond Carver se preguntó en uno de sus relatos más conocidos. Adulterios, homosexualidad, triángulos amorosos, perversiones, aventuras, e incluso relaciones en las que la muerte o la enfermedad irrumpen abruptamente, desequilibrándolo todo, forman parte de este mundo calidoscópico tan sobriamente narrado por el escritor. Pese a la temática digamos, sentimental, de las historias, ninguno de los cuentos cae en la trampa del melodrama, y esto lo logra Salter gracias a un distanciamiento de sus personajes, que parecen vivir sus propias historias con una desconcertante frialdad, o con una suerte de resignación que genera el desconcierto y la perplejidad con una técnica narrativa admirable.

Algunos de los relatos que forman parte de este libro son:

Cometa, es el primer relato del libro, y para mi gusto, uno de los mejores. Salter nos cuenta la relación de un matrimonio de cincuentones que vienen de anteriores fracasos matrimoniales. La acción transcurre en la casa de unos amigos, durante una velada en que los invitan a cenar. Toda la trama se reduce a unas conversaciones entre los amigos aparentemente superficiales pero, que poco a poco, van rebelando detalles íntimos que nos muestran el absoluto desmoronamiento de la pareja. Se trata este de un cuento en el que los silencios juegan un papel tan importante como las palabras, todo narrado con precisión, con concreción de maestro. El final es inmejorable, y los diálogos son un auténtico prodigio de recursos, de síntesis. Un ejemplo de esos diálogos a los que hago referencia puede ser el siguiente:

-No veo ningún cometa –dijo ella.

-¿No?

-¿Dónde está?

-Justo ahí encima –señaló él-. No se distingue de cualquier otra estrella. Es eso que sobra al lado de las Pléyades. –Phil conocía todas las constelaciones. Las había visto surgir con la oscuridad sobre costas desoladoras.

-Vamos, ya lo mirarás mañana –dijo ella, casi como si lo consolara, pero no se acercó a él.

-Mañana no estará. Solo pasa una vez.

Los ojos de las estrellas, nos narra el recuerdo de un amor de juventud. Como en todos sus cuentos, Salter condensa en pocas palabras todo un universo en el que caben la rememoración de la juventud perdida, la inocencia de unos años inalcanzables, el inevitable peso de la memoria y del tiempo, o la resignación de alguien que sabe que está marcando los últimos pasos y que ya sólo puede mirar con nostalgia hacia atrás.

Contigo, Mi Señor, narra con bastante originalidad la historia de un amor que se termina, pues el elemento que sirve para transmitirnos esta idea del declive amoroso lo pone la figura de un perro fiel que sirve de catalizador para que la mujer protagonista del cuento perciba la realidad de sus propios sentimientos.

Cuánta diversión, en este cuento la muerte y la enfermedad forman parte de la historia, pues la narración es acerca de una mujer que padece un cáncer terminal y que sale a divertirse una noche con sus dos mejores amigas; una situación extraña y chocante que contrapone el dramatismo con la alegría y las ganas de vivir.

El don, nos relata la curiosa manera con que una pareja soluciona los problemas que afectan a su convivencia: y que consistía en pedirle al otro que eliminara algo que consideraba molesto. En el cuento uno de los personajes lo explica así:

Teníamos una manera de solventar las pequeñas cosas que al principio pasábamos por alto pero que con el tiempo resultaban molestas. Lo llamábamos “el don” y estábamos de acuerdo en que tenía que ser un compromiso duradero. La frase usada con exceso, cierto hábito al comer, incluso esa prenda de ropa favorita… un don era el resultado de un ruego para el otro renunciara a esa cosa en concreto. No podías pedirle que hiciera algo, sólo que dejara de hacerlo.

Ese procedimiento de actuar al que la pareja denomina «el don» adopta un giro brusco cuando y un cariz dramático cuando lo que se reclama es acabar con una amistad de toda la vida.

Platino, nos relata la historia de un hombre casado que descubre que su amante se ha acostado con su suegro, un poderoso empresario que le intimida para que deje de verla y reanude su feliz matrimonio con su hija.

 Palm court, nos relata el arrepentimiento del protagonista por las decisiones del pasado que ahora juzga erróneas. un desgarrador enfrentamiento con las oportunidades desaprovechadas, con los amores ahogados por los miedos y con la aterradora posibilidad de cambiar de vida para escuchar al corazón.

Bangkok, cuenta la historia de un hombre que está atendiendo su negocio cuando recibe la inesperada visita de una antigua amante que le abandonó tiempo atrás y que reaparece con una propuesta inusual: que se vaya de nuevo con ella. El cuento explora la técnica del diálogo de forma magistral adecuando en cada momento la información proporcionada por el narrador para que el lector asuma o intuya el resto, dejando frases como esta:

Sentí el estúpido impulso de probar algo diferente. No sabía que la verdadera felicidad consiste en tener lo mismo todo el tiempo.

La última noche, aborda el complejo tema de la eutanasia en una historia sobrecogedora con un final bastante sorprendente.

En definitiva, los relatos de Salter son pequeñas joyas que deslumbran por su estilo sereno, limpio y sutil, plagado de elipsis y de frases que encierran, de forma condensada, un universo casi siempre doloroso y que Salter nos revela como quien nos cuenta un secreto sorprendente al tiempo que nos muestra las vidas de los personajes desde una perspectiva diferente. Salter asegura que la escritura es la consecuencia del deseo de contar, algo en lo que estoy de acuerdo, pero también hay que afirmar que leer relatos de esta extraordinaria calidad estimula y aumenta el deseo por leer.

James Salter. La última noche. Salamandra

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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