Kathleen, de Christopher Morley: la encantadora seducción de la juventud

Portada de Kathleen de Christoper MorleySegún me comentó en cierta ocasión un amigo galés, una de las palabras favoritas y más utilizadas por los angloparlantes es el adjetivo nice. Posiblemente sea este el adjetivo más adecuado para definir a Kathleen, una novela encantadora escrita por  Christopher Morley, un norteamericano que se maneja como pez en el agua en el ambiente británico de los colleges británicos, entre otras cosas porque él mismo estudió en Oxford, y maneja a la perfección esa sutil ironía británica tan característica y  que recuerda, trasponiéndola a su país natal, a ciertas comedias ligeras que se rodaron para el cine norteamericano sobre todo durante los años 30 y 40.

Ambientada en la Inglaterra previa a la Primera Guerra Mundial, la trama de Kathleen se desarrolla en la Universidad de Oxford, donde un grupo de amigos que forman parte de un club literario llamado Los Escorpiones, deciden en una de sus delirantes reuniones escribir de forma conjunta una especie de folletín por entregas en donde, por turnos, cada uno de los miembros deberá continuar con la historia partiendo del punto en el que la dejó el último miembro del club. El encargado de iniciar el proyecto literario es Kenneth Forbes, quien deja pasar los días de Navidad sin escribir ni una sola línea, pues anda totalmente carente de ideas. Sin embargo, cuando ya lo cree todo perdido, entra en una librería oxoniense y allí descubre una carta extraviada que dirige una tal Kathleen a una persona que se llama Joe y en donde también se menciona a otras personas como Fred o Charlie. Es una carta sencilla, sin más información relevante que la propia dirección de la chica que escribe la misiva. Sin embargo, y pese a no conocer a la muchacha, Kenneth Forbes encuentra que esa carta será la mejor fuente de inspiración para construir el primer  capítulo que le han encargado. El día de la reunión, cuando Forbes explica el origen del capítulo y la historia de cómo encontró la carta, todos sus amigos quedan impactados por la historia y, a partir de ese momento, constituirán una especie de club de admiradores de Kathleen, a quien, recordemos, nadie conoce y ni siquiera saben qué aspecto tiene. El juego continúa desarrollándose y la novela por entregas sigue creciendo, usando como personajes aquellos que eran mencionados en la propia carta.

Con gran inteligencia, Christopher Morley conduce al lector a una trama que se complica en una comedia de enredo y que comienza a enredarse en el momento en el que todos los amigos comienzan a odiar secretamente al Joe a quien va dirigida la carta al tiempo que se enamoran perdidamente de Kathleen. Para salir de ese hechizo, los amigos deciden romperlo iniciando otro juego: viajarán a Wolverhampton, la pequeña localidad en donde vive su desconocida diosa guiándose por la dirección que aparece en la carta, con el objeto de conocer a “la verdadera” Kathleen. Y harán una peculiar apuesta que forma parte del juego que consiste en que gana aquel que logre conocer primero a la muchacha y logre que acepte una invitación a cenar. Para lograr ser el vencedor, cinco de los miembros que aceptan este reto como juego, se marcan unas reglas muy británicas: pueden usar todas las trampas y trucos que consideren necesarios para vencer a sus rivales y ganar.

Curiosamente, uno de los personajes del libro es un norteamericano que, en muchos aspectos, debió de ser una especie de alter ego del Christopher Morley que estudió en Oxford. Como buen americano, sus métodos para llegar hasta Kathleen son mucho más expeditivos y sobre todo, pragmáticos, que los que inventan sus extravagantes amigos ingleses. A partir de la llegada de los cinco amigotes al pueblo de Kathleen, las situaciones hilarantes se disparan. Comienza un juego de suplantaciones y engaños que adquiere un ritmo frenético y el libro se convierte como por arte de magia en todo un vodevil en el que, lo garantizo, al lector se le escapará más de una carcajada. Christopher Morley nos hace disfrutar de lo lindo con su prosa humorística, afilada pero de una finura extremada. Kathleen es una novela fresca, amable y divertida, ideal para sobrellevar estos días de calor veraniego y relajarse. Como sugería la principio, esta novela recuerda a ciertas comedias de los años treinta y cuarenta y, por su trama, no resultaría difícil adaptarla al cine o al teatro. En cualquier rato, insisto, es una opción lectora muy recomendable sobre todo si queremos olvidarnos un poco de temas trascendentales y pasar, simplemente, un buen rato, o como dirían los ingleses, a nice day.

Kathleen. Christopher Morley. Periférica.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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