Kazuo Ishiguro: el Premio Nobel de Literatura que burló todas las apuestas

Kazuo Ishiguro: el Premio NobelPocas veces me he alegrado tanto de la concesión de un Premio Nobel de Literatura como la que hoy mismo se ha anunciado para Kazuo Ishiguro, de quien ya he hablado en alguna ocasión en este blog. A Ishiguro lo admiro de una forma doble: como lector, porque he leído todos sus libros (al menos todos los publicados en España) y he de decir que los adoro; y como escritor, porque sé reconocer el buen hacer de su oficio y porque, en cierta medida es uno de esos escritores a los que envidio (con envidia sana) pues, como inventor de historias que he llegado a ser, me encantaría haber escrito o imaginado una de esas historias siquiera con la décima parte del talento que tiene este escritor genial. Kazuo Ishiguro me ha alegrado muchos días de mi vida haciéndome disfrutar -y de qué manera- con la lectura de sus páginas, llenas de una prosa brumosa, misteriosa, enigmática, inquietante, desasogadora. Y hoy, lo repito, me ha alegrado con la mejor noticia que he recibido a lo largo del día que, como muchos otros días, ha amanecido complicado. El Nobel para Ishiguro ha marcado una sonrisa en mi rostro que todavía persiste. A él dedico hoy esta modesta semblanza biográfica.

Kazuo Ishiguro: Y volver… volver

La melancolía y la nostalgia por el pasado son constantes en la vida de los hombres de letras. Y en la obra de Kazuo Ishiguro son una marca de nacimiento. Porque los párrafos a través de los que él va narrando sus percepciones equivalen a la dolida carne que revive los días perdidos a través de los recuerdos, las sensaciones y las cicatrices.

La promesa de tus ojos (y tu pluma)

Kazuo Ishiguro ha sido literato desde que llegó a este mundo en una tierra arrasada: Nagasaki, Japón. Siendo un niño pequeño se trasladó con su familia a Gran Bretaña por lo que su educación formal fue, siempre, de carácter occidental. Con una gran habilidad para el lenguaje y la narrativa, pronto descubrió que el camino que estaba destinado a seguir era el de la escritura.

Así, al terminar la preparatoria se matriculó en Kent, donde fue recibido con los brazos abiertos para integrarse en la carrera de Literatura Inglesa y Filosofía. Al graduarse continuó su preparación en el prestigioso centro East Anglia, en Norwich, con el fin de pulir sus dotes en escritura creativa. Su inquietud como narrador lo hizo incursionar por aquí y por allá con pequeños relatos que fueron el punto de partida para una colección de novelas que a pocos han dejado indiferentes.

De añoranza y cosas peores

Ishiguro es un hombre corriente. Está casado con su esposa inglesa desde hace 30 años y tiene una hija adolescente. Antes del Premio Nobel que se ha anunciado hoy mismo ha recibido otros premios de renombre como el Booker, el Whitbread al mejor autor novel británico del año, o el Costa Award al libro del año por Los restos del día, uno de sus primeros libros reconocidos por el público y aclamados por la crítica. Pero lo que lo distingue es su marcada tendencia a construir relatos de desesperanzada belleza en donde los recuerdos son testigo y prueba de que lo perdido, perdido está.

Utilizando como vehículo una prosa quieta que parece vagar entre significados y argumentos a modo de haiku y, sin importar si habla en nombre de los desafortunados, un viejo mayordomo que ha invertido su vida en la satisfacción de otros, o un joven que llega al fin del mundo creyendo que siempre hay un mañana para decir te amo, la atmósfera que distingue a sus historias es la que genera una pérdida que sólo puede combatirse con una resignación tan absoluta, que se vuelve escandalosa.

Lo que el lector obtiene luego de repasar la obra de Kazuo Ishiguro desde su primera novela Pálida luz de las colinas (1982), Un artista del mundo flotante (1986) y continuando con Los restos del día (1989), Los inconsolables (1995), Cuando fuimos huérfanos (2000), Nunca me abandones (2005) y El gigante enterrado (2015) será la añoranza por lo que fue y una leve sensación de desaliento con la que verá mañana su convicción renovada, pues al despertar recordará que le queda mucho por ganar. Y sí todo por perder.

Enhorabuena y gracias por sus obras, señor Ishiguro.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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