La representación de las comunidades celtas en el cine (I)

Aclaración inicial

El artículo que se va a reproducir a continuación forma parte de un trabajo mucho más extenso que hemos decidido publicar en varias partes, tanto por su calidad como por su indudable interés, de modo que esta es la primera parte de una serie total que estará compuesta por cuatro artículos que iremos publicando semanalmente. 

Introducción

festival-dublinEl cine es en sí mismo una manifestación cultural que se sirve de temas diversos como base fundamental para su expresión. Uno de esos temas que utiliza el cine puede ser precisamente la propia cultura, es decir, una película, como fenómeno cultural que es, puede ocuparse de tratar las costumbres, los conocimientos, la ideología, las creencias, la forma de sentir y de actuar de una comunidad específica que se rige por una serie de reglas y tradiciones culturales y que vive en un marco concreto al que delimitan unas fronteras concretas.

En el presente estudio nos centraremos en el modo en el que el cine ha tratado a las tres grandes comunidades de origen celta que habitan en las Islas Británicas, es decir, Escocia, Gales e Irlanda. Diferenciaremos los aspectos culturales que han marcado el concepto de la cultura anglosajona frente a la celta; nos centraremos en el papel de la comunidad como elemento fundamental en el concepto de cultura en estos pueblos; y veremos cómo el cine, tanto el nativo como el americano, se ha esforzado por mostrar una imagen más o menos idílica de estas tres zonas, una imagen que no para todos se corresponde con la realidad.

Para ilustrar estos puntos, nos serviremos de tres películas que tienen varios puntos en común y a las que acudiremos para hacer referencia en relación a los diversos temas que se tratarán. Las tres están ambientadas en una de estas comunidades celtas, y las tres comunidades se verán alteradas por la llegada de un miembro externo a ellas, de origen o influencia anglosajona, quien finalmente se adaptará al medio con el que se encuentra y quedará hechizado por el encanto de su tierra y sus gentes. En todas ellas se apreciará un choque entre las dos culturas, y se tratará el tema de la aceptación del individuo por la comunidad, la cual pasará por la aceptación de las costumbres y cultura de ésta. Todas ellas tienen una carga romántica importante en mayor o menor grado, lo cual, como veremos, está históricamente justificado.

Las tres películas en cuestión son:

Sean Thornton1.- El Hombre Tranquilo (The Quiet Man, 1952), dirigida por el americano de origen irlandés John Ford y protagonizada por su habitual alter ego en la pantalla, John Wayne, junto a Maureen O’Hara, Victor McLaglen, Barry Fitzgerald y Ward Bond, todos ellos miembros habituales del equipo de este gran director. En esta película, se nos narra la historia de Sean Thornton, un ex-boxeador que huye de Pittsburg y de todo lo que le recuerda a los Estados Unidos para instalarse en la casa de campo del pequeño pueblo irlandés donde nació, Innisfree. Esta vuelta de Sean a las raíces es también una vuelta del propio Ford a sus raíces irlandesas. Pero el protagonista se encontrará con serias dificultades y su adaptación a la “nueva” cultura no le será fácil. Eso lo podremos observar desde el primer momento que llega a la estación de Castletown y en sus primeras conversaciones con Michaeleen, un curioso personaje que se convertirá en su guía y consejero. El amor que empieza a sentir por Mary Kate Danagher, cuyo hermano Will representa al terco fanfarrón, le hará chocar con las costumbres y tradiciones de la Irlanda rural.

local hero2.- Un Tipo Genial (más conocida por su título original, Local Hero) fue dirigida y escrita en 1983 por el escocés Bill Forsyth y fue protagonizada por Peter Riegert en el papel de Mac MacIntyre y Burt Lancaster en el papel de Felix Happer, dueño de la importante compañía petrolífera Knox Oil, con sede en Houston, Texas. Harper encarga a Mac que vaya a un pequeño pueblo de la costa escocesa con el fin de comprarlo para la Knox, pues la compañía desea construir allí una gran refinería. Mac acepta no de muy buen grado realizar tanto esta misión como una secundaria que Happer le encarga: vigilar el cielo, los cometas y las estrellas de aquella parte del Globo y mantenerle bien informado al respecto. Una vez que Mac llega al pequeño pueblo de Furness (en realidad, Pennan, en los Grampian Highlands) y entra en contacto con los nativos, su forma de entender la vida empieza a verse modificada, hasta el punto que preferirá cambiar la jungla de asfalto y cristal de Houston por la paz del pequeño pueblo pesquero escondido en un remoto rincón del planeta.

ingles que subio colina3.- Por último, hemos elegido para ilustrar el tema una película realizada y escrita por el galés Christopher Monger en 1995. Se trata de una película protagonizada por Hugh Grant, Colm Meany, Tara Fitzgerald y Keneth Griffith, cuyo estilo recuerda sin duda a aquél de las clásicas películas de la década de los 50 producidas por la compañía Ealing. Su título es ya casi un resumen de la historia en sí: El Inglés Que Subió Una Colina Pero Bajó Una Montaña (The Englishman Who Went Up A Hill But Came Down A Mountain). Reginald Anson (Hugh Grant) y George Garrad (Ian McNeice) son dos cartógrafos ingleses a los que el ejército ha encargado la elaboración de un mapa de la zona, en el cual deben aparecer todos los accidentes geográficos, incluyendo por supuesto las montañas. Para ello, han de medir con precisión todos los montículos de tierra de la zona, y aquellos que sobrepasen los 1000 pies de altura serán considerados montañas, mientras que los que no lo hagan serán considerados colinas. Cuando los habitantes del pequeño pueblo galés de Ffynnon Garw son informados por parte de los cartógrafos de que su “montaña” no puede ser llamada como tal sino como “colina”, todos se movilizan para lograr que el orgullo de su pueblo y de su pasado galés figure en un mapa elaborado por los ingleses.

Una primera aproximación a las diferentes culturas existentes en las Islas Británicas

Nunca se puede decir que un mismo país esté compuesto por un grupo de individuos de carácter homogéneo. Todas las naciones son el resultado de la suma de varios o muchos grupos que se funden, se entremezclan y se complementan para formar un todo. El carácter nacional no es algo que se relacione directa y exclusivamente, pues, con un solo pueblo; dicho carácter nace de la fusión de muchos caracteres. Sin embargo, es característica común de las naciones el que exista una competencia patente entre dichos elementos integrantes del todo; se trata de una competencia que no responde a menudo a razones lógicas pero que, sin embargo existe. A veces se manifiesta en un campo de fútbol, rugby o cualquier otro deporte, y otras veces se manifiesta en bromas y chistes que unos hacen de los otros.

¿Por qué esa rivalidad? ¿Por qué ese deseo de mofarse de otras comunidades? Esto ocurre con frecuencia entre los miembros de las diferentes regiones o comunidades del mismo país, pero en el caso de las Islas Británicas, el inglés hace chistes sobre un galés, un escocés, un irlandés y un inglés envueltos en una situación en la que con toda seguridad su “compatriota” saldrá victorioso y los demás cometerán algún tipo de error; por su parte, el galés hará chistes sobre los mismos grupos, pero esta vez será el galés quien salga victorioso; y así, sucesivamente. Como en su día señaló el filósofo Schopenhauer, todos los pueblos se burlan de los demás pueblos, y todos llevan razón. No es, al fin y al cabo, mas que una manifestación de los conceptos de eunomía (simpatía hacia los miembros de tu propio grupo) y de anomía (o rechazo más o menos grande hacia cualquiera que no pertenezca a tu grupo). Cuando la anomía se lleva a puntos extremos surgen problemas de convivencia y respeto gravísimos dentro de una sociedad, pero no es ése el tema que nos ocupa; nos interesa más ese grado pequeño de recelo que los miembros de una determinada comunidad sienten ante miembros de otra comunidad diferente, en este caso, diferente por motivos históricos.

Todo esto se debe sin duda a razones históricas, a las que luego habría que añadir otras de tipo cultural y nacionalista, pero es evidente que la historia tiene mucho que ver en todo esta sucesión interminable de chistes y mofas. El territorio que conocemos como Islas Británicas no ha tenido siempre, como ya sabemos, la misma distribución política. El mapa de las islas ha ido cambiando según pasaban los sucesivos siglos, y así, por ejemplo, lo que hoy conocemos como República de Irlanda y Ulster formó parte en su día de la corona británica. A su vez, dentro de Gran Bretaña, hay tres regiones o comunidades de tal extensión y número de habitantes, con un pasado cultural tan grande, con un bagaje histórico tan rico, que, aunque pertenecientes todas ellas en la actualidad a un mismo país, fueron en su día independientes e incluso guerrearon la una contra la otra.

Estos datos no han servido sino para confundir al que se acerca al estudio del inglés y de la civilización británica, y aún actualmente siguen confundiendo a mucha gente. Términos como Inglaterra, Gran Bretaña o Reino Unido no son utilizados correctamente por muchos hablantes, incluyendo algunos británicos. Como señalaba George Mikes en How To Be An Alien, “when people say England, they sometimes mean Great Britain, sometimes the United Kingdom, sometimes the British Isles, but never England”. Hay varios campos en los que esta confusión se hace patente. Por ejemplo, para una gran mayoría de aficionados al deporte el hecho de que existan las selecciones nacionales de Inglaterra, la de Escocia, la de Gales y la de Irlanda del Norte les ha hecho pensar que se trata de países distintos. Esta “independencia” se manifiesta también en el terreno político; Escocia, por ejemplo, tiene una asamblea propia con ciertos poderes de decisión e incluso pone en circulación sus propios billetes de libra. Realmente hay un motivo histórico para esta confusión. Cuando Inglaterra era el centro del imperio, el carácter de la nueva Gran Bretaña fue proporcionado por Inglaterra, motivo por el cual los términos Britain y England son a menudo todavía intercambiables por los ingleses y extranjeros, pero nunca por los galeses o escoceses (Richards 1997: 5), quienes no cometerán el “error” de que se les llame “ingleses”.

Para ilustrar este punto podemos recurrir a las películas seleccionadas. En las tres películas se recela del extranjero que llega a la comunidad (como ya hemos dicho, queda claro ahí el concepto de anomía):

Al comienzo de El Hombre Tranquilo Sean Thornton es mirado y vigilado en frío silencio atentamente por los atentos ojos de todos los habitantes de Innisfree. Hay una escena clave en el pub, lugar de reunión por excelencia en la cultura celta, al que Sean llega saludando a los presentes, diciéndoles que hace una tarde muy agradable e intentando invitarles a una copa. Ninguno contesta; no pueden aceptar la invitación porque no saben quién es, ni cuál es su origen. Cuando descubren que el americano es hijo de Michael Thornton y nieto de Sean, los vecinos de Innisfree aceptan la invitación, demuestran su alegría brindando su hospitalidad al ya americano/irlandés (“So it’s himself you’re named after. Well now, that being the case, it is a pleasant evening and we will have a drink”) y cantan todos a coro la balada irlandesa Wild Colonial Boy. En este caso, el recelo cesa en el momento en que se conoce el origen del forastero. La película, no podemos olvidarlo, es una comedia, y, por tanto, no puede haber hostilidades serias. Pero se han dado casos en el cine irlandés reciente en los que la aceptación del extranjero por parte de la comunidad no llega a realizarse. Eso ocurre en el film El Prado (The Field, 1990), del director irlandés Jim Sheridan, en el cual el americano visitante no se integra en la comunidad, sino que es considerado un “outsider” mientras que se ocupa de adquirir la tierra alquilada por “Bull” McCabe, el cual considera que el americano es igual que otros explotadores anteriores (los ingleses) a los que Bull ayudó a expulsar del país. De hecho, The Field surgió como contrapartida a la imagen edulcorada que John Ford dio de Irlanda en films como The Quiet Man.

El Inglés Que Subió Una Colina Pero Bajó Una Montaña muestra igualmente esta relación celta-anglosajón de una manera aún más clara que en la película anterior. De las tres cintas que hemos elegido para su estudio, ésta es en la que dicha relación llega a extremos más exagerados. Desde el primer contacto entre los cartógrafos y Morgan el Chivo, la relación parece tirante. Cuando éste abre la ventana de la casa para ver quién llama a la puerta les dice “…conque ingleses, ¿eh?”, asumiendo que está tratando con elementos extraños a su mundo habitual; y cuando Garrad intenta leer el primer nombre galés que se encuentra exclama “¡válgame Dios con los nombres galeses!”. Evidentemente, será cuando los habitantes de Ffynon Garw reciban la noticia de que su montaña, llamada igual que su pueblo, no es tal montaña sino una colina cuando la “guerra” se declare. El considerarla una colina es perder una batalla, de igual manera que sus antepasados celtas perdieron ante los invasores anglosajones. Anson y Garrad son los nuevos invasores; no quieren su territorio, pero les van a robar su honor celta al no incluir Ffynon Garw en los mapas.

Cuando el reverendo habla con Davies el Escuela y éste le dice que no cree que Ffynon Garw tenga más de unos cientos de metros, el reverendo le contesta indignado: “Creía que era usted un hombre culto y respetable”. El tema alcanza su punto sublime en las escenas del pub (una vez más el lugar de reunión habitual en la vida celta) cuando se establecen apuestas para determinar la altura del “montículo”. Evidentemente, no se aceptan apuestas inferiores a mil pies. Cuando Davies quiere cambiar su apuesta porque quiere disminuir el número de metros que había dicho anteriormente, Morgan le increpa: “¿Seguro que no tiene usted sangre inglesa en sus venas?”.

Y por último, en Local Hero puede apreciarse también esta relación entre la cultura celta y la anglosajona, aunque tal vez de una manera menos clara que en la película anterior. Al igual que Sean Thornton, Mac MacIntyre es americano, pero con la pequeña variación de que es hijo de emigrantes. De nuevo, un individuo de una cultura, en este caso una cultura marcada y dominada por el capitalismo anglosajón, se introduce en un mundo del que en principio no forma parte, un mundo celta sencillo y pacífico. Los habitantes de Furness sienten ante Mac una relación muy curiosa. En principio, le guardan recelo por ser el forastero; cuando descubren que el motivo de su viaje no es otro que comprarles el pueblo siguen recelando aunque deben hacerlo de una manera más secreta puesto que ellos están realmente interesados en irse del lugar. Esta película, como veremos posteriormente, aporta algunos datos que la diferencian de las dos anteriores, y este toque más realista es uno de ellos.

Fin de la primera parte. En el próximo artículo se proseguirá hablando más en detalle de la cultura celta.

Véanse las entradas relacionadas:

Comunidades celtas en el cine (II)
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Comunidades celtas en el cine (III)
Comunidades celtas en el cine (IV)
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