Los de abajo, de Mariano Azuela: sobre la revolución y los revolucionarios sin ideales

En Los de abajo, de Mariano Azuela, se repasan las épocas socialmente convulsas, caldo de cultivo ideal de algunas de las principales obras de literatura que se han escrito en todos los tiempos. La agresividad y la relevancia de los acontecimientos exteriores recaen también y contagian de fuerza y de sentido las palabras de los cronistas de su tiempo. Y algo así es lo que pasa con el escritor mexicano Mariano Azuela y su clásica novela Los de abajo. Publicada en el año 1916, esta novela se centra en los acontecimientos sucedidos durante la Revolución Mexicana, de hecho, puede decirse que es el germen de la literatura revolucionaria mexicana. Un telón de fondo que el autor utiliza para contraponer las dos características básicas de la raza humana: el instinto y la razón. El título es una alegoría del levantamiento de las clases más bajas de la sociedad contra los opresores, hace referencia a un movimiento del espíritu colectivo que emana con inusitada fuerza y que apuesta por revertir todo estatus, toda condición, toda norma. La conclusión final de la novela, sin embargo, es demoledora.

Narrada en tercera persona, Los de abajo presenta al lector la historia como la narración de un hecho objetivo, de un modo casi periodístico, en donde el narrador mantiene un tono neutral sin mostrar su opinión, interferir en los hechos y mucho menos juzgarlos. Ese narrador omnisciente tampoco hace nada por rescatar ni salvar a ninguno de los personajes.

La obra se divide en tres partes: la primera es una introducción a los sucesos de la revolución, así como una contextualización para situar al lector; la segunda parte contiene un análisis desgarrado de la brutalidad y la violencia de aquellos días; finalmente, la tercera parte amortigua toda la ruptura social mostrando sus consecuencias.

El protagonista de esta novela es Demetrio Macías, un campesino que se ve involucrado en la revolución no defender su ideología, sino por unas circunstancias que lo enfrentan directamente con el cacique local. La historia comienza con la llegada de unos federales a la casa humilde de Demetrio Macías, un campesino que vive en el sur de Zacatecas con su mujer e hijo pequeño. Los federales están a punto de violar a su esposa, pero Demetrio aparece en ese momento con un arma y los federales al verlo huyen. Consciente de que ese episodio le generará bastantes dificultades, Demetrio decide huir de la casa con su mujer y su hijo, tras lo cual los federales no tardan demasiado en prenderle fuego a la casa.

Demetrio se incorpora entonces a la Revolución, no tanto para defender los ideales de la misma, que desconoce, sino para vengarse de los federales y del cacique. De este modo llega a liderar una pequeña tropa de liberales que se encuentra formado por un grupo de amigos que se conocen desde hace tiempo, todos ellos unidos al bando revolucionario más por un deseo de revancha contra sus respectivos caciques que por una verdadera conciencia revolucionaria.

El personaje de Luis Cervantes (trasunto del propio Mariano Azuela en esta novela) ejerce de contrapunto en esta historia, siendo un desertor del ejército federal que desea unirse al bando revolucionario. Siendo aún un joven estudiante de medicina fue obligado a alistarse en las tropas federales. Al principio, cuando se presenta ante la tropa de Demetrio, no confían en él y están a punto de fusilarlo, pero al fin llegan a creer que sus palabras son sinceras y Demetrio y Luis llegan a entablar una verdadera amistad, en especial cuando Luis Cervantes le trata una herida de bala en la pierna de Demetrio, y lo cura. A partir de entonces el grupo continuará la lucha y Demetrio deberá tomar una de las primeras decisiones verdaderamente importantes: por qué general luchar, Villa o Carranza. Sin saber qué bando es el correcto, se decanta por Villa y en uno de sus ataques conoce a una prostituta, “La Pintada”, de quien se encapricha y que lo acompaña en diversas andanzas.

Su amigo Luis Cervantes se desilusiona pronto con la Revolución, que acaba por abandonar, pues comprueba la falta de ideales de sus miembros, y comparte estas impresiones con Demetrio. Tras dos años de lucha, Demetrio vuelve a su casa y su esposa le insiste para que se quede y no vuelva a la guerra, pero Demetrio ignora la petición de su esposa porque, le dice, su vida es como una piedra que se deja caer por un barranco: la gravedad le impide detenerse.

Esa sería, en líneas generales, la mecha que prende la novela, en donde se refleja a la clase sublevada como combativa pero ignorante. En el fondo Los de abajo nos enseña que cualquier revolución tiene sus fisuras, como sucede con los bandos contendientes que combaten por un afán  de supremacía pero, ante todo, por la propia supervivencia, sumergidos en una vorágine de violencia en donde parece haber muy pocas luces y demasiadas sombras.

Mariano Azuela nos narra en esta espléndida novela su experiencia revolucionaria. Formó parte del ejército revolucionario en donde ejerció de médico y en este libro nos muestra a la perfección una verdad universal: el horror y la sinrazón inherentes a cualquier conflicto y a cualquier guerra.

En conclusión, Los de abajo es una referencia, una crónica de su tiempo que abrió el camino a un buen número de escritores mexicanos y que sobrepasa la opinión o el artículo periodístico para convertirse en literatura en estado puro, ya que es capaz de observar con ojo crítico un suceso, con independencia de la implicación de su producto en todo ello.

Los de abajo. Mariano Azuela. Editorial Cátedra.