Noticia bomba. Evelyn Waugh: Un perfecto malentendido

Evelyn Waugh

Evelyn Waugh (1903-1966) fue un maestro de la ironía y de la crítica social inglesa. Pocos escritores como él han sido capaces de reflejar los defectos de esa sociedad con mayor mordacidad y, por supuesto, con un humor exquisito. La mayoría de sus libros llevan ese marchamo del humor, aunque más tarde fue otro tipo de novela el que lo hizo mundialmente famoso.

Dentro de las novelas irónicas del autor, destaca Noticia bomba (1938), traducción del inglés Scoop. Con su fino sentido del humor, Evelyn Waugh se dedica a diseccionar el mundo del periodismo, pero lo hace de una forma tan sutil que, entre carcajada y carcajada, no nos damos cuenta de la corrosiva mirada del autor.

Por supuesto, todo comienza con una confusión; una confusión de apellidos: el famoso escritor John Boot espera recibir un favor de la extravagante Mrs. Stitch, una disparatada mujer que se dedica a meter su coche por cualquier lugar de Londres menos por la calzada. El favor consiste en cubrir como corresponsal la situación política de Ismailía, una república africana no tan imaginaria como parece. De contratar al afamado escritor se ocupa el jefe de internacional del Beast, Mr. Salter. Pero por una de esas cosas que a veces ocurren, resulta que el tal Boot ya trabaja para el periódico: tiene una pequeña crónica semanal dedicada a la vida rural inglesa, donde los temas más interesantes van del tejón al somormujo cuellirojo. Que este Boot se llame William en lugar de John carece de importancia en un mundo de prisas como es el del periodismo. Al malentendido de los apellidos se une un nuevo malentendido, que hace que William Boot termine aceptando una misión para la cual, evidentemente, no nació.

El principio de la novela es un estallido de humor, que se va acrecentando conforme se acerca el momento en que aparece William Boot y su extraña familia. La conversación entre el jefe de internacional y Boot es antológica: es la confrontación de la ciudad con el campo, el lenguaje urbano frente al rural. Nada más que por esta escena, el libro ya merecería un recuerdo memorable. Pero éste es solo el comienzo.

La preparación del viaje merece otro capítulo aparte: la lista de objetos que uno puede necesitar en África llega a ser de lo más variopinta; tener que atravesar el continente con semejante equipaje ya es una heroicidad. Las escenas del viaje se van sucediendo de una manera hilarante mientras que nuestro protagonista se va acostumbrando, poco a poco, al hecho de salir de su terruño, del que, como es obvio, pocas veces ha salido.

La descripción que hace Waugh de Ismailía es ciertamente desopilante: su sistema político se basa en la existencia de una sola familia de negros, apellidados Jackson, que ocupan todos los cargos relevantes y menos relevantes del país. En cuanto a la situación política, no le anda a la zaga: los negros que se han rebelado, de inspiración marxista, defienden que son más blancos que un nórdico mientras que los negros del gobierno siguen defendiendo su negritud. ¿Realmente los rebeldes son una amenaza para el gobierno sátrapa? Los muchos periodistas que se encuentran concentrados en el mismo hotel, no se ponen de acuerdo.

Sólo hay algo que se debe aprender por encima de todo: una noticia es aquello que le interesa a un tipo al que nada le importa apenas. Y solo es noticia hasta el momento que lo ha leído. Después ya no lo es. Por tanto, tu compañero no es tu compañero, sino un chacal que va a luchar por encontrar la primicia, la noticia bomba. ¿Será Boot capaz de competir con esos chacales?

Hemos hablado al principio de ironía, pero en esta novela hay algo más que eso: como si no fuera con ella, la novela se adentra en el peligroso terreno de la verdad, contada además de modo ameno. Y la verdad es ésta: cuando no hay noticia, hay que inventarla. Y he aquí otra verdad: lo importante no es sólo contarla, sino contarla el primero. Toda la trama gira alrededor de estas verdades, que son contadas por Waugh en un tono que no parece decirnos que es verdad. A esto es a lo que podemos llamar genuina ironía.

Waugh tenía talento suficiente para haber escrito una novela de denuncia sobre el periodismo con una aplastante seriedad, pero su talante británico se lo impidió: prefirió que nos riéramos de la verdad, en lugar de enfadarnos con ella. Con esta aparente sencillez, Evelyn Waugh escribió una obra maestra rotunda, porque consigue precisamente lo que busca: divertir enseñando. Y además divertir mucho, hasta la carcajada. Y no sólo llega a hacer una disección del periodismo sino, de camino, de la envarada sociedad británica, incluso de la controvertida personalidad británica. Uno se imagina que alguno de esos personajes histriónicos que aparecen en sus novelas es precisamente el autor, porque sólo un inglés es capaz de reírse de sí mismo y de quienes lo rodean con tanta elegancia. Noticia bomba es un festín de humor (de humor británico, por supuesto) pero también es un toque de atención para la literatura que se considera seria: no siempre las verdades hay que proclamarlas y exponerlas entre gritos campanudos; mucho más disuasorio y creíble sería hacerlo entre risas.

Noticia bomba. Evelyn Waugh. Anagrama

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Acerca de José Luis Alvarado

Dijo el sabio griego que nada es comunicable por el arte de la escritura; tras apurar la copa de seca cicuta, su discípulo dilecto lo traicionó y acaso lo perfeccionó transmitiendo por escrito sus irónicos conocimientos.Como antes hiciera Montaigne, pienso que la obra de un autor se prolonga y modifica cada vez que se escribe sobre ella. La memoria, que fue oral y minoritaria, ahora se multiplica con cada palabra que integra y justifica el continuo universo, también llamado la Red.

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