Cuentos sin libro. Henry James (I): El previsible aprendiz

Henry James a los 17 años
Henry James a los 17 años

A pesar de que la fama le llegó a Henry James a través de sus obras de ficción, en su interior siempre albergó un agudo analista literario que se desarrolló desde los albores de su carrera hasta los últimos días de su vida en miles de críticas, notas y reseñas desparramadas en periódicos y revistas, cuyo interés –cuando lo hay- reside en la creación de una teoría narrativa que sirviera de andamiaje a las nuevas generaciones de escritores norteamericanos.

James había leído mucho y con provecho en sus años de juventud, tanto narrativa inglesa como francesa, y se había percatado de que la segunda se apoyaba en fuertes fundamentos teóricos de los que carecía la literatura británica (dicho sea de paso, la narrativa norteamericana escrita hasta la fecha no era para él más que una mera anécdota). Flaubert era la consecuencia de Balzac igual que Zola lo era de Flaubert, pero un escritor tan relevante como Dickens no procedía de Jane Austen como tampoco podía percibirse su huella posterior en George Sand.

Por algún extraño motivo, Henry James se arrogaba la difícil labor de crear las bases de una narrativa genuinamente norteamericana con apenas 21 años, y así fue conocido en los círculos intelectuales de Boston y también supuso su primera fuente de ingresos en lo que tenía claro que sería el oficio de su vida: la literatura. A ella se consagró y buena muestra de esto son los 112 cuentos que escribió a lo largo de su carrera, publicados en periódicos y revistas, que posteriormente reunía en volúmenes para ganarse el sustento.

Sin embargo, 16 de esos cuentos nunca fueron seleccionados por el autor para engrosar un libro, seguramente porque consideró que no tenían la calidad suficiente o no eran representativos de su peculiar estilo. Son relatos escritos durante sus primeros 10 años de carrera, que si bien en algunos casos pueden considerarse meramente anecdóticos, en otros encontramos ya el aliento que con posterioridad sería ya característico de sus mejores obras.

Hasta 1957 no se supo de la existencia de su primer cuento publicado: su biógrafo Leon Edel encontró una referencia a James en una carta que Mrs. De Kay dirigió a su hijo Charles el 29 de febrero de 1964:

Acaba de venir Miss Elly Temple, que luce muy fresca y bonita. Henry James ha publicado un cuento en el Continental de febrero titulado A Tragedy of Error. Léelo. ¡Smith Van Buren le prohibió a Elly que lo leyera! Lo que llevó una sonrisa de tranquilo desprecio a los labios de Harry pero ira e indignación a los de Miss Minnie Temple.

Efectivamente, Henry James publicó su primer relato sin firmar en febrero de 1964, hecho que jamás reveló posteriormente. Queremos suponer que Una tragedia del error fue la constatación, para el joven Harry, de que no era fácil llevar la teoría a la práctica. El aprendiz de escritor se encontraba saturado de literatura francesa y su primer intento narrativo adolecía de los defectos de cualquier principiante: la inevitable emulación y, por tanto, la falta de personalidad.

Una tragedia del error (A Tragedy of Error) nos lleva a una ciudad portuaria francesa donde una mujer casada comunica a su amante que su marido le ha avisado por carta que regresará en unos días, lo que amenaza su relación adúltera. Hortense Bernier, en la tradición de las heroínas francesas, decide por su cuenta que la única manera de garantizar su felicidad es matar al marido. Para ello, pacta con un brutal barquero el asesinato de su esposo, fácilmente reconocible porque es cojo. El barquero estará pendiente de su llegada, y una vez ofrecidos sus servicios para acercarlo con su barca a la costa, lo arrojará al mar para que muera ahogado, ya que el marido no sabe nadar. Un error de cálculo, fruto de la precipitada frialdad de la esposa, supondrá un desenlace indeseado.

Podríamos haber escrito un “desenlace inesperado”, que suponemos era la pretensión del joven escritor, pero la historia se desarrolla siguiendo de tal forma cánones bien conocidos que resulta convencional y previsible. Y esa previsibilidad será la nota común en los primeros relatos de Henry James.

No obstante, y a modo de curiosidad, encontramos ya en este texto primerizo al Henry James observador que trata de narrar una historia como si fuera vista desde distintos ángulos sin que el escritor en tercera persona parezca tener todos los datos para completar la narración. Así, aparecen expresiones como “las personas que estaban mirando en ese momento vieron…”, “un caminante podría haberle tomado como…”, “ [la criada] lentamente se inclinó y aplicó su ojo a la mira de la cerradura; esto es lo que vio:…”, “si por alguna razón un transeúnte se le hubiera ocurrido fijarse en ella…” y otras frases que denotan una primitiva intención de aplicar un punto de vista subjetivo a la historia que se cuenta.

Facsímil de la edición de febrero de 1864 del Continental Monthly, con el primer cuento de Henry James, A Tragedy of Error, sin firma
Facsímil de la edición de febrero de 1864 del Continental Monthly, con el primer cuento de Henry James, A Tragedy of Error, sin firma

Su segundo cuento, ya firmado con su nombre, fue publicado en marzo de 1965. Historia de un año (The Story of a Year) es un relato sorprendentemente maduro ambientado en la Guerra Civil norteamericana, aunque de un modo indirecto. En él encontramos una pareja que ve truncada su relación cuando el joven teniente John Ford es llamado a filas para ser trasladado al sur con su regimiento, en 1863. Éste, previendo un posible desenlace fatal, se compromete con Elizabeth Crowe, quien se encuentra bajo la tutela de su madre, que no ve con buenos ojos el noviazgo ya que considera a Elizabeth una muchacha excesivamente frívola. Sin embargo, el compromiso se ve condicionado por la actitud del teniente: le hace prometer a su futura esposa que si él muere no le guarde fidelidad enterrándose en vida como tantas viudas que está dejando la guerra, sino que busque su felicidad con otro hombre.

Un tiempo después, John Ford regresa a la casa materna herido de muerte cuando Elizabeth ya se siente atraída por un apuesto caballero. En un momento de lucidez, el teniente le recuerda a su novia la promesa hecha en su día sin saber que a lo largo de la narración se ha demostrado la superficialidad de Elizabeth y la dudosa fidelidad que ha guardado a su memoria. Bajo la intensa mirada de su tutora y madre de su prometido, la joven afrontará su futuro con una firmeza irreprochable.

Se trata de un cuento escrito con una total ausencia de sentimentalismo, justamente mientras aún se mantenía una encarnizada lucha en la Guerra. Hay como un cierto desapego de los convencionalismos de la época que hacen brillar con luz propia el carácter de los personajes. El texto fue muy bien acogido por el director de The Nation, publicación semanal de Boston que supuso el inmediato reconocimiento público de Henry James como escritor, precisamente en un momento en el que un joven autor (James tenía entonces 21 años) necesita seguridad y confianza.

Sin embargo, el siguiente cuento que nunca reeditaría, Mi amigo Bingham (My friend Bingham), publicado en la Atlantic Monthly dos años después, en marzo de 1867, vuelve a adolecer de la previsibilidad fruto de la inexperiencia. Charles, el narrador, y su amigo Bingham pasan juntos las vacaciones de verano en una ciudad costera. Bingham confiesa ante su amigo su decisión de no casarse jamás, pero un imprevisto interfiere en su vida: mientras trata de cazar un pato, Bingham le pega un tiro accidentalmente a un niño pequeño que está jugando junto a su madre, de manera que el chico muere. Aunque Lucy, una viuda sensible e inteligente, le reconoce que la muerte de su hijo se debe a un acto de mala fortuna, Bingham intenta reparar el daño cometido mostrándose atento con ella. La integridad de Lucy y su fortaleza como persona atraen finalmente a Bingham hasta el enamoramiento. Sin embargo, no queda clara la parte de compasión que hay detrás de sus sentimientos amorosos puesto que el oculto propósito de Bingham es devolverle a Lucy, a través del matrimonio, al hijo perdido.

Se ha querido ver en este relato el “miedo a la intimidad heterosexual” como tema recurrente en su obra, llena de solterones empedernidos y esposos que no terminan de tener de hijos en sus matrimonios, un asunto más propio del psicoanálisis que rebasa la más que interesante experiencia estética de una historia de ficción.

Precisamente de hijos trata Un problema (A Problem), cuento publicado por Henry James en junio de 1868. En este caso nos encontramos con un matrimonio y una maldición. Emma y David son una pareja sencilla y corriente cuya vida transcurre dentro de la más absoluta tranquilidad. Un día Emma es abordada por una vieja piel roja borracha que le lee la mano y le vaticina que antes de un año será madre de una niña que al poco tiempo morirá. El olor a whisky y la pinta horriblemente maligna de la india persuadirá al matrimonio de tan funestos presagios, aunque efectivamente en el transcurso de ese año Emma tendrá una niña que pronto enfermará. Cuando todo parece haber sido un susto y la niña se repone, Emma confiesa a su marido que también fue objeto de un mal presagio cuando aún estaba en el colegio: una mañana una vieja italiana que vendía golosinas se le acercó y le predijo que se casaría dos veces. Lo más extraño es que a David también le ocurrió lo mismo, cuando aún muy joven, una dama de la alta sociedad vio en las cartas que él se casaría dos veces. La maldita coincidencia en los vaticinios despierta los celos de Emma, que a partir de ese momento dudará de su marido y verá en cada mujer una posible rival que la suceda en su matrimonio.

El débito de este cuento con Hawthorne es manifiesto, puesto que introduce un elemento funesto y fantástico -una maldición- en la vida sencilla de una pareja y hace que esa idea extraña perturbe su destino hasta el punto de no saber qué parte de culpa tienen los actos de los afectados en sus propias decisiones. Sin embargo, James afronta esta historia desde una perspectiva bastante ingenua al centrar el interés de la trama en el problema -al parecer, irresoluble- que supone que dos personas se casen dos veces cuando a ninguno de ellos le entra en la cabeza que, enamorados como están, pueda suceder algo así. El problema se encuentra, en este caso, en la mente de los personajes, que no en la del lector, que ve cómo el cuento se aboca a un final previsible y bienintencionado.

Para finalizar este primer repaso de los cuentos inéditos en libro de Henry James nos pararemos en lo que podríamos considerar su segundo relato fantástico, De Grey: una historia romántica (De Grey: A Romance), publicado en julio de 1868, en el que la huella del mejor Hawthorne se hace evidente aparte de una sugestiva permeabilidad a la truculencia de ciertas novelas francesas. De nuevo nos encontramos con una maldición y con la imposibilidad de un matrimonio feliz. Mrs. De Grey es una dama buena y aburrida que lleva una solitaria vida desde que muriera su marido, solo acompañada bajo el mismo techo por un sacerdote católico, el padre Herbert, gran erudito que pasa casi todo el día estudiando. Un día, la viuda decide buscar a una muchacha que le sirva de compañía y le alegre sus días, y aunque la encuentra en una chica pobre que acaba de perder a su madre, Margaret Aldris pronto cautiva el corazón de Mrs. De Grey, quizás porque ocupe el lugar que le corresponde por derecho propio a su hijo, Paul De Grey, que vive en Europa.

Desde el principio la joven Margaret se muestra sensual y fascinada por el lujo. El padre Herbert, buen observador, descubre pronto a la desalmada criatura que han acogido en su casa; es decir, se enamora de ella. Todo se trastoca el día que Paul anuncia su regreso a Estados Unidos, después de la inesperada muerte de una muchacha napolitana a quien se le asocia como su posible futura esposa.

La vuelta del hijo conlleva nuevas costumbres y renovados sentimientos: a la alegría de Mrs. De Grey hay que unir la congoja de Margaret, que intuye que ya no hace falta en esa casa que la ha colmado de felicidad, así como la confusa actitud del padre Herbert, que teme que el joven recién llegado se enamore de la dama de compañía. Cuando dicho enamoramiento finalmente se descubre, el sacerdote trata de impedir el matrimonio asustando a Margaret con una maldición bien documentada según la cual, desde hace siglos, el primer amor de un De Grey termina indefectiblemente con la muerte de la persona que tiene la desdicha de enamorarse de un miembro de esta estirpe.

Si bien el nudo argumental de este cuento parece sacado de un folletón del siglo XVIII, Henry James lo resuelve con brillantez y cierta malicia. Por primera vez en su narrativa aparece el tema del vampirismo que después desarrolló espléndidamente en su desconcertante novela La Fontana Sagrada. Naturalmente nos referimos a un tipo de vampirismo en el que uno de los dos miembros de una pareja va despojando al otro de la energía vital en beneficio propio. También es de destacar el curioso tratamiento que da James a un sacerdote católico, tenebroso y amigo de la superstición, en uno de los pocos casos en los que el escritor norteamericano trató un asunto cercano a la Iglesia Católica. Y por supuesto, no podemos olvidar el tema recurrente de los matrimonios malogrados o imposibles, que hará las delicias de los lectores metidos a psicoanalistas.

Como ocurre con el resto de los cuentos referidos en esta reseña, De Grey: una historia romántica es una historia aún a medio construir dentro de esa gran obra que fue erigiendo Henry James con los años. No están logrados pero apuntan hacia la dirección correcta. Lo que sí es cierto es que estos relatos, aun siendo fruto de la inexperiencia de un escritor en pleno proceso de aprendizaje, son mejores que la mayoría de los cuentos que se escribían en aquella época y esta es una circunstancia que hay que destacar para que adquieran su verdadera importancia: lo que para Henry James aún era imperfecto y dubitativo, para otros escritores contemporáneos hubieran sido excelentes relatos.

Historia de un año y Un problema, publicados en el volumen Un peregrino apasionado y otros cuentos. Editorial Valdemar.

De Grey: una historia romántica, publicado en el libro Fantasmas. Penguin Clásicos.

A Tragedy of Error y My friend Bingham, publicados en Complete Works of Henry James. Delphi Classics.

Reseñas sobre Henry James en Cicutadry:

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Acerca de José Luis Alvarado

Dijo el sabio griego que nada es comunicable por el arte de la escritura; tras apurar la copa de seca cicuta, su discípulo dilecto lo traicionó y acaso lo perfeccionó transmitiendo por escrito sus irónicos conocimientos.Como antes hiciera Montaigne, pienso que la obra de un autor se prolonga y modifica cada vez que se escribe sobre ella. La memoria, que fue oral y minoritaria, ahora se multiplica con cada palabra que integra y justifica el continuo universo, también llamado la Red.

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