El siglo de las luces, de Alejo Carpentier: el espejismo de la revolución

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El siglo de las Luces es una de las obras más importantes en la narrativa hispanoamericana del siglo XX. Se trata de un clásico moderno que se vio ampliamente favorecido por el crecimiento de las letras hispanas, con autores como Vargas Llosa o Gabriel García Márquez. Y encuentra en esa explosión y en la calidad de su texto un camino que le permite colarse en las principales bibliotecas y librerías del mundo, como una obra de referencia.

Fue publicada en el año 1962 por el escritor cubano Alejo Carpentier. La acción de la novela se desarrolla en las islas de Cuba y Haití, principalmente, y acontece en la última década del siglo XVIII, en la época de la Revolución Francesa. En La Habana, Sofía y Carlos, dos hermanos adolescentes, acaban de quedarse huérfanos. Como sus padres eran muy acaudalados, se encierran en el interior de la casa familiar, a manera de duelo, junto con su primo Esteban. Pero pronto ese duelo se transforma y los jóvenes se entregan al ocio, al lujo y al despilfarro, con el beneplácito de sus tutores, que ven en la ingenuidad de sus pupilos la ocasión perfecta para engañarlos y sacar tajada de su fortuna.

En un ambiente imaginario e idílico, conviven los tres hasta que aparece a figura de Víctor Hugues, un francés que viene desde Haití interesado en hacer negocios con el dueño de la casa. Cuando se entera que el dueño está muerto, Hugues les toma cierta simpatía, e incluso algo de cariño y se queda a vivir una temporada con ellos. La llegada de Hugues insufla en lo jóvenes el espíritu crítico y reformista de la Revolución Francesa. Ese idealismo con que Víctor Hugues impregna a los tres jóvenes será el desencadenante de una trama a la que los tres muchachos se ven abocados sin quererlo, pues, de repente, se hallan inmersos en un complot revolucionario que pretende extenderse por todo el Caribe. Sin embargo, como sucede con muchos movimientos idealistas, este termina fracasando y, peor aún, decepcionando a los muchachos, muy especialmente a Esteban, que llega a sentir verdadera admiración por Víctor Hugues. Pero Hugues acaba convirtiéndose en un déspota, en una especie de Robespierre caribeño. Esteban se refiere a este cambio radical en las actitudes y las conductas de aquellos por quienes él llega a sentir fe de esta forma:

“Nos hacen traducir al español una declaración de los derechos del hombre, de cuyos diecisiete principios violan doce cada día. Tomaron la bastilla para libertar cuatro falsarios, dos locos y un maricón, pero crearon el presidio de Cayena, que es mucho peor que cualquier bastilla…”

El enfoque político-social que emplea Alejo Carpentier es el de utilizar al Víctor Hugues como representación de la propia Revolución Francesa, acaecida hace poco en el Viejo Continente. Mientras, los tres muchachos son una metáfora de aquellos países en los que todavía no había una tradición política dilatada. Es decir: alguien con experiencia y con un discurso programado les hace entrar de lleno y enfrentarse a nuevas ideas, las ideas revolucionarias.

Estudiosos han convenido en llamarla parte de un movimiento denominado Nueva Novela Histórica. Anteriormente, los escritores que reflejaban hechos pasados escogían a los protagonistas para su narración. Sin embargo, aquí los personajes son anónimos, en el sentido histórico, ya que no dejaron huella en la memoria colectiva. Ese sería el punto de este nuevo estilo, el de conseguir tratar sucesos importantes y analizar la manera en la que le afectaron a la gente corriente, y no tanto a los protagonistas involucrados.

Después de escribir esta novela, Carpentier desistió de seguir tratando temas de tanto calado, de escribir novelas tan extensas. Había dejado constancia de un universo, y había plasmado una idea especialmente profunda. Da igual el enfoque desde el que se quiera analizar. No hace falta detenernos en lo político, porque no se agota ahí el argumento.

Se puede pensar en lo psicológico y entender este libro como un discurso sobre el paso de la niñez a la vida adulta. Se puede hablar de manera más filosófica y pensar sobre cómo nuevas ideas ejercen su influencia en cabezas vírgenes. O se puede analizar con desde una perspectiva poética y descubrir cómo  la vida arremete y se introduce con su dureza y su crueldad en cualquier reducto infantil que trata de escapar de la misma.

El choque de personajes obliga a los jóvenes a responsabilizarse de problemas paternos, a descubrir lo que significa ser adultos. Víctor Hugues les trae cosas buenas y malas por igual, sin que la balanza se incline claramente hacia uno u otro lado. Les proporciona amor y odio, les enseña ideas nuevas en tanto que derrumba otras, encumbrando nuevos aspectos que nunca antes habían sido elevados a las alturas, a la vez que derrumba los que tenían, hasta la fecha, divinizados.

Todo ello está narrado con una prosa delicada, barroca y tremendamente lírica, que parece susurrarse mientras que el autor construye con maña y con esfuerzo algunas de las composiciones psicológicas más profundas y completas de las últimas décadas.

En conclusión, El siglo de las luces es una de las principales obras de la narrativa hispanoamericana del siglo XX. Una obra que nos recuerda que la vida, sea cual sea la barrera o el obstáculo, siempre termina por encontrarnos.

El siglo de las luces. Alejo Carpentier. Austral.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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