Confianza. Henry James: El discreto encanto de la lealtad

18-confianzaSiempre resulta atractivo Henry James, incluso en sus momentos de debilidad. Confianza (Confidence, 1879) pasa por ser la novela menos conocida de su autor, posiblemente porque no se ha reeditado con la habitualidad de otras obras suyas. Sin embargo, desde el punto de vista de un lector medio, esta narración sería una excelente forma de acercarse sin miedo a un escritor con fama de complejo y difícil. En este sentido, Confianza contiene todos los elementos que caracterizaron el estilo de Henry James y a los que debe su fama: el exquisito dibujo psicológico de los personajes, los dilemas morales que serán el motor de la trama, los distintos niveles de realidad que complican la historia, unos diálogos inteligentes, la estilizada presentación de los hechos y una estructura cerrada que acompaña al lector desde el principio hasta el final sin dejarle apenas aliento para respirar.

A pesar de ello, Confianza no es una novela lograda, y sorprende que sea así porque la escribió tan sólo un año antes de su primer obra maestra, El retrato de una Dama, y en esencia presenta muchos de los recursos narrativos que después utilizaría en esta gran novela. Podríamos decir que contiene el esqueleto de lo que después sería su peculiar forma de narrar pero le falta el alma, el encanto, ese don con el que sólo algunos, pocos, escritores saben dotar a sus obras para que adquieran la categoría de inmortales.

Decíamos que para el lector medio Confianza es una novela perfecta para acercarse al mundo de Henry James. Como tantas narraciones suyas, parte de una situación anómala pero lo suficientemente atractiva como para enganchar al lector de inmediato: Bernard Longeville, un americano que está pasando una temporada en Italia, es requerido por su mejor amigo para que se acerque al balneario de Baden-Baden. La razón es sencilla: Gordon Wright, eminente científico y amigo de la infancia de Bernard, se ha enamorado de una chica, Angela Vivian, y necesita de su ayuda para descubrir cómo es ella realmente.

El Kursaal de Baden Baden en la época en la que se desarrolla Confianza
El Kursaal de Baden Baden en la época en la que se desarrolla Confianza

Si en apariencia el motivo sentimental es algo manido, no lo es tanto cuando Wright explica exactamente lo que quiere: dada su innata naturaleza analítica –es un hombre dedicado a la Ciencia- quiere que su amigo intime con la muchacha para que, con una mirada digamos neutral, le indique si ésta le conviene, cómo es realmente vista sin los ojos de la pasión y –aunque no se lo diga de forma explícita- si está interesada más en su dinero que en su persona.

Insisto en ese punto de partida anómalo porque Henry James fue un prodigioso hacedor de argumentos cargados de malicia. En este caso salta a la vista que se juega con la inverosimilitud de la historia (nadie arroja a su amigo en los brazos de su enamorada para que le explique cómo es ésta), pero James era un mago a la hora de fundar interesantes conflictos morales sobre cimientos poco sólidos. Porque además añade dos pequeñas perlas argumentales muy propias de su estilo: por un lado, el recién llegado Bernard y la aspirante Angela ya se conocen de poco antes, un curioso episodio ocurrido en Siena unas semanas atrás que por algún motivo poco claro no revelan al inquieto Gordon Wright, y por otro lado, la estancia de Bernard en Baden-Baden y su, digamos, investigación, se ven continuamente perturbados por la presencia de una prima de Angela, Blanche, que viaja junto a ella, una joven hermosa y de pocas luces que con su inacabable cháchara es el centro de atención allá donde esté, especialmente de un caballero americano, Mr. Lovelock, un simpático calavera, jugador empedernido y sablista profesional sin un dólar en el bolsillo. Tras la contundente presencia de la prima Blanche se esconde continuamente al examen de Bernard la –en apariencia- tímida Angela, mujer extraña y de pocas palabras, aunque muy bien elegidas, impermeable a los halagos y práctica en sus decisiones; es decir, lo que por aquella época ocultaba la presencia de una mujer inteligente, que al no ser frívola pasaba a la categoría de ser misteriosa.

Precisamente esta opacidad a los ojos del masculino Bernard (que confunde inteligencia con una supuesta estudiada coquetería) lo llevará a un error de catalogación, puesto que de eso se trata: observar a una mujer como si fuera un especimen animal, error que se complica cuando descubre con absoluta certeza que la madre de Angela, Mrs. Vivian, ha puesto descaradamente los ojos en la fortuna de su amigo Wright.

Sobre esta base argumental, James despliega todas las posibilidades combinatorias existentes entre tres sentimientos parecidos, pero no iguales, como son la confianza, la lealtad y la fidelidad. Naturalmente, los tres requieren de una actitud común, la verdad, que es precisamente lo que brilla por su ausencia en este extraño ménage à trois amenizado por las reglas del amor y la amistad.

El resultado es que unos saben algo de los otros, pero no todo, y lo que no saben lo sobreentienden, con el peligro que conlleva creer algo que puede no ser cierto. Ese elemento perverso, el malentendido, lo juega James de una forma magnífica, porque va a sobrevolar toda la narración aportando una sorpresa detrás de otra. A eso hay que unir la destreza en el trazado de un personaje como Angela, una joven lúcida y sutil con ese punto de prudencia que requiere navegar entre dos aguas tempestuosas.

Por desgracia, el atractivo de Angela no se ve acompañado por los personajes masculinos, excesivamente opacos y acartonados, como si estuvieran demasiado sujetos a los vericuetos de la trama. La novela se convierte así en una agradable comedia de costumbres aunque con curiosos toques psicológicos, ya que Henry James utiliza por primera vez un tema singular en la narrativa como es el inconsciente, es decir, algunos personajes actúan de una manera determinada movidos por motivos ocultos que van más allá de la razón y que ni ellos mismos saben explicar.

Hay que decir que esto repercute negativamente en la coherencia interna del relato, ya que el lector atento no puede distinguir entre la utilización legítima de la inconsciencia en los personajes y los meros caprichos del escritor que parece buscar atajos para liquidar la historia por la vía más rápida. De hecho, Confianza es una fallida novela breve porque el complicado argumento exige mayor desarrollo y termina ofreciendo tan solo un esquema de lo que podría haber sido una excelente narración larga.

En cualquier caso, merece la pena leer esta obra de la primera época de Henry James, un escritor por entonces accesible para el gran público que estaba encontrando su propia voz sin perder la brillantez de la que hizo uso desde el comienzo de su carrera.

Confianza. Henry James. Erasmus Ediciones.

Reseñas sobre Henry James en Cicutadry:

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Acerca de José Luis Alvarado

Dijo el sabio griego que nada es comunicable por el arte de la escritura; tras apurar la copa de seca cicuta, su discípulo dilecto lo traicionó y acaso lo perfeccionó transmitiendo por escrito sus irónicos conocimientos.Como antes hiciera Montaigne, pienso que la obra de un autor se prolonga y modifica cada vez que se escribe sobre ella. La memoria, que fue oral y minoritaria, ahora se multiplica con cada palabra que integra y justifica el continuo universo, también llamado la Red.

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