Estos trece, de William Faulkner: el sur profundo

Portada de Estos trece de William Faulkner

Contando con todos los preceptos de la literatura moderna, Estos trece está compuesto por una selección de relatos de William Faulkner entr los que figuran algunos de los que están considerados dentro de sus mejores relatos. Entre todos ellos, cabe destacar por su maestría y porque figura en casi todas las antologías de relatos norteamericanos Una rosa para Emily.

El hilo conductor de todos estos trece relatos no es otro que el característico mundo personal de la obra literaria de William Faulkner. Por esa razón, Estos trece puede ser una perfecta introducción para conocer el conjunto de la obra de este autor.

El mundo de Faulkner es una recreación del sur más profundo de los Estados Unidos antes y después de la famosa Guerra de Secesión. Como es de sobra conocido, en dicha guerra el Norte del país se batió contra el Sur, siendo una de sus principales diferencias su posición con respecto a la esclavitud. El Sur más profundo, el que guardó las heridas de una guerra esclavista, el mismo en donde nació el jazz es el único punto cardinal que llegó a interesar a un autor que supo retratar como nadie el lado más oscuro del ser humano.

Todo el imaginario relacionado con la guerra aparece de un modo u otro en las novelas de Faulkner: las plantaciones, las familias sureñas de rancio abolengo, las rígidas normas morales del momento, los conflictos raciales, etc. Este imaginario cuenta, como no podía ser de otra forma, con la particularidad a geográfica de las tramas y sus personajes, ligados con el mítico condado de Yoknapatawpha.

Los relatos se encuentran agrupados en tres grupos diferentes, cada uno de los cuales guarda una cierta relación temática. De este modo en la primera parte nos encontramos con los relatos Victoria, Ad Astra, Grieta y Todos los aviadores muertos. Estos relatos narran la experiencia de la guerra, algo que Faulkner ya hizo en su primera novela titulada La paga del soldado. Posiblemente estos relatos bélicos sean los menos recordados de Faulkner.

En la segunda parte tenemos los relatos Hojas rojas, Una rosa para Emily, Justicia, Cabellera, Ese sol del atardecer y Septiembre seco. En esta parte se encuentren quizá los relatos que reflejan de un modo más auténtico ese universo y estilo tan característico del William Faulkner, el sur imaginario alrededor del estado de Mississippi con unos personajes de una profundidad abisal.

La excepción puede ser Hojas rojas, que nos presenta a la tribu de los indios Chicksaw, que reaparece en otros de los relatos, así como en el conjunto de la obra de Faulkner. En concreto, se narra un hecho crucial: la muerte de Moketubbe, uno de los líderes de la tribu.

En cuanto a Ese sol del atardecer se narra la indiferencia de un propietario de una plantación con respecto al sufrimiento de los negros. No obstante, lo más relevante de este relato es que su narrador es Quentin Compson, uno de los personajes más significativos de la obra de Faulkner cuya aparición más relevante tiene lugar en la magistral y complejísima novela El ruido y la furia.

Cabellera nos narra el relato de una obsesión que cobra especial sentido en el último párrafo del relato, resuelto de forma magistral. Septiembre seco cuenta la historia de un linchamiento concentrada en tres o cuatro escenas, escritas de forma impersonal, con una violencia y una crueldad sin concesiones.

Como caracteriza a Faulkner, todos los relatos son de una extraordinaria calidad. Pero se podría decir que Una Rosa para Emily es la joya de la corona, una pequeña obra maestra que resalta entre todos sus relatos. Una Rosa para Emily incluye todo tipo de alardes técnicos propios de la literatura moderna, como los saltos en el tiempo o, de vez en cuando, frases muy largas y elaboradas. En cuanto a la trama, tiene que ver con la ocultación de un asesinato cometido por uno de los personajes, que padece un problema mental. Sumando la forma, el estilo y la trama, finalmente se crea una atmósfera misteriosa, sugestiva y oscura, tan propia de la maestría de Faulkner.

Por último, Estos trece cierra con los relatos Mistral, Divorcio en Nápoles y Carcasona. Los dos primeros tienen la peculiaridad de que la acción se desarrolla en tierras italianas, algo casi inaudito y una auténtica rareza en la densa bibliografía faulkneriana. En cuanto a Carcasona, sigue la técnica del monólogo interior hasta sus últimas consecuencias pues el relato sucede en la conciencia yacente de un hombre.

Todos los relatos tienen como denominador común esa gravedad, esa crueldad casi metafísica, tan propia de Faulkner. Todos los cuentos mantienen una tensión narrativa resuelta casi siempre de un modo efectivo y rotundo con admirable economía de recursos, con una concisión y destreza envidiables.

Toda la obra de Faulkner es como un gran rompecabezas. Las historias de sus personajes más importantes se van complementando a través de muchos textos y narraciones. Este detalle constituye, sin duda, uno de los grandes atractivos de este autor y confiere a su obra una integridad total.

En Estos trece, al ser una compilación de textos sin aparente hilo argumental, descubrimos esta misma virtud reflejada en miniatura. A lo largo de los relatos, si bien no se repiten personajes concretos, sí lo hacen familias, vecinos y apellidos.

En definitiva, Estos trece es un excelente libro de relatos que certifica la maestría de su autor. Para quien todavía no conozca a Faulkner, o solo haya leído alguna de sus novelas, la lectura de Estos trece le puede suponer la mejor forma de ingresar a la obra colosal del inconfundible estilo de William Faulkner.

Estos trece. William Faulkner. Losada

4/5 - (1 voto)

Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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