Klara y el Sol, de Kazuo Ishiguro: la extrañeza de sentirse humano.

¿Podría una inteligencia artificial tener sentimientos? Esto es lo que se pregunta Kazuo Ishiguro en su última novela titulada Klara y el Sol. Si bien este planteamiento ya aparece de forma recurrente en varias novelas de ciencia-ficción, Kazuo Ishiguro, como es habitual en él, lo enfoca de un modo completamente diferente, pues una y otra vez le da vueltas de tuerca hasta que el lector se asombra y se rinde a su genialidad y maestría.

Klara y el Sol tiene un trasfondo filosófico y humanista cuya trama está llena de interrogantes, en el que tal vez el más obvio es el que aparece en la propia contraportada del libro: ¿Qué significa ser humano? La respuesta a esta pregunta, como descubrirá el lector paulatinamente a lo largo de sus páginas, puede abordarse desde diferentes puntos de vista: religiosos, filosóficos, biológicos e incluso históricos, si bien Kazuo Ishiguro tiene la inteligencia de mantener la suficiente distancia a través de una voz narradora muy peculiar para no influir así en el lector, dejando que sea él quien decida cuál es la respuesta que vislumbra a esa pregunta desde una perspectiva, eso sí, ligeramente distópica.

Klara y el Sol, ¿una novela de ciencia ficción?

La obra del galardonado con el Premio Nobel es una novela profunda escrita para adultos aunque con reminiscencias de cuentos infantiles como Pinocho, en donde un muñeco de madera cobra vida. De hecho, según cuenta Kazuo Ishiguro esta historia nació como un cuento infantil:

Me gustan los cuentos infantiles, porque siempre hay en ellos un poso de oscuridad y tristeza del mundo que les espera. Es como si los adultos les dijéramos, el mundo es fantástico, pero no queremos mentiros: en el bosque hay puntos oscuros. Klara es una de esas criaturas de la oscuridad.

En Klara y el Sol se retoma el tema, siempre vigente, de robots con inteligencia artificial. Klara es una AA, es decir, una amiga artificial que necesita cargarse con la energía del sol y ha sido fabricada para el cuidado de niños.

Sin embargo Klara y el Sol no es la típica obra de ciencia ficción con una visión de una sociedad inmersa en el caos debido a que las inteligencias artificiales se han rebelado contra los humanos. En este caso la ciencia-ficción proporciona el marco de referencia para que la protagonista, un androide, aporte un punto de vista único en el que se desgranarán muy sutilmente aspectos de la esencia humana, con una gran carga de fuerza emocional.

Argumento de Klara y el Sol

Klara espera junto con otros modelos en una tienda a que la adquieran como acompañante de un niño. La dueña de la tienda, a quien los androides llaman Gerente va colocando a sus androides en distintas partes del local. Al comenzar, Klara ocupa un lugar privilegiado del escaparate, desde donde puede observar el exterior al tiempo que permanece atenta al movimiento del Sol, cuya luz le proporciona la energía para seguir en marcha. Junto a ella está Rosa, otro androide con el que imagina el futuro que les deparará cuando algún niño se fije en ellas y las elijan.

La vida en la tienda es de aparente tranquilidad hasta que los clientes entran en ella y comienzan a comparar los distintos modelos que allí se encuentran. El destino de Klara parece cambiar el día que Josie, una niña de 14 años se fija en ella.

Desde el primer momento Josie siente que ha encontrado a la AA perfecta para ella, pero su madre, que la acompaña, no parece del todo convencida. Josie dialoga con Klara y le promete que convencerá a su madre para comprarla. Sin embargo el tiempo pasa y la niña no regresa, lo que en cierto modo parece desilusionar a Klara. Gerente se da cuenta de las expectativas de Klara y le comenta que no conviene fiarse de las promesas fugaces de los niños y que debe mostrarse atenta con cualquier otro cliente que se interese por ella.

El mundo a través de un escaparate

Una parte del libro se concentra en las ideas y “percepciones” de Klara que comparte con su amiga Rosa, otra AA. Ambos androides son colocados en diferentes lugares de un enorme almacén donde pueden observar diversos aspectos de la vida cotidiana en una ciudad: los siempre presurosos empleados de oficina, los corredores, los taxis, los turistas, el perro de un mendigo y, en general, la vida que pueden presenciar desde su posición estática.

Todo ello está descrito con la curiosidad e inocencia de un niño al que el mundo le sorprende, le atrae y, en ocasiones, le atemoriza. Además, se puede percibir una magia nostálgica a esa etapa infantil del pasado en la que se percibe un poso de tristeza y oscuridad con respecto al mundo que les espera.

Cuando Klara y Rosa eran colocadas cerca de la parte delantera, “justo detrás del escaparate”, son capaces de observar el desplazamiento del Sol sobre los tejados de los edificios.

Con esa forma particularmente sensible de observar, Klara ya no solo ve a las personas que pasan. En realidad, son sus actitudes, sus gestos, sus actos los que sorprenden e intrigan al lector y de los que nacen preguntas como: ¿Qué define a las personas? ¿Qué quieren? ¿Qué buscan? ¿Qué es el amor?

Klara encuentra un hogar.

Un día, Josie cumple su promesa y regresa a la tienda con su madre para llevarse a Klara a su hogar. La madre se muestra muy interesada en una característica de la AA que le reseña Gerente: tiene una capacidad de observación fuera de lo común. Para demostrarlo, la madre pide a Klara que imite la forma de caminar de Josie, quien está enferma y padece una leve cojera.

Es ese el momento en el que Klara sale de la tienda y va a su nuevo hogar, la casa de Josie. En su interior, planean infinidad de dudas. ¿Cómo se adaptará a ese mundo? ¿Comprenderá las emociones, los sentimientos y los humores de una familia? ¿Será suficiente con alimentarse del Sol para cargarse de energía?

Estilo de Klara y el Sol.

La novela tiene un ritmo pausado, está cocinada a fuego lento. Sin embargo, Kazuo Ishiguro dosifica magistralmente la trama para que esta nunca pierda ni un ápice de interés. Como los buenos escritores, va sacando sus cartas poco a poco, sin prisa, dando una serie de giros que “engañan” continuamente al lector. Klara y el Sol está llena de sorpresas que, lógicamente, no voy a desvelar en esta reseña.

Kazuo Ishiguro es un escritor con encanto, no ya solo por su prosa lírica y fascinante, sino porque literalmente es un encantador de serpientes que sabe seducir al lector. Y garantizo a quien la lea que se llevará más de una sorpresa de las que dejan con la boca abierta.

Toda la novela está narrada desde el punto de vista de Klara, lo cual es una propuesta literaria atrevida e innovadora. Klara es un personaje dotado de inteligencia, está programada para sentir curiosidad, pero no por ello deja de ser un androide incapaz de enfadarse. La mirada de la narradora tiene un punto infantil, en el sentido de que no deja de ser un ser ingenuo que desconoce cómo es el mundo de los humanos.

Esa mezcla de máquina y humano hace que el personaje construido por Kazuo Ishiguro resulte fascinante. Klara es sensible a la melancolía, puede detectar con facilidad el sufrimiento de las personas incluso cuando aparentemente demuestran alegría. Esa empatía para la que ha sido programada hace que el lector a veces se pregunte hasta qué punto es ella una simple máquina o si, por el contrario, es capaz de ser más humana que cualquiera de las personas con las que tiene que convivir.

La humanidad de una inteligencia artificial.

El autor dota a su obra de un encanto fabulador en temas que no son propiamente cuentos. Con su exquisita prosa, tapizada de matices, Kazuo Ishiguro explora en lo más profundo del ser humano y aborda cuestiones que otros escritores actuales prefieren evitar.

La novela avanza poco a poco, llena de líneas fascinantes y totalmente descriptivas que mantienen al lector expectante con las acciones de la intuitiva e inteligente Klara. Con trazos desbordantes de humanidad ella puede detectar sufrimiento, melancolía e incluso falsa alegría, pero también amor y amistad.

Conclusión: la extrañeza de sentirse humano.

Kazuo Ishiguro enfoca su libro en reflexiones sobre qué nos hace humanos en un mundo contaminado, caracterizado por la soledad y con enormes diferencias sociales, donde la tecnología avanza con un papel preponderante.

Se habla de la temporalidad, pero también de la caducidad, la obsolescencia como un elemento cruel e implacable en una sociedad que avanza con un ritmo vertiginoso. Una sociedad en la que muchos hombres se sienten alienados, con una sensación de extrañeza, como si sintieran que ya no pueden formar parte de ese mundo, entre otras cosas porque se encuentran desplazados y desfasados. Esta es la parte más oscura del relato.

Klara y el Sol es una novela magnífica, extraordinaria, imprescindible como todas las de Kazuo Ishiguro, uno de los escritores más brillantes de la actualidad que combina sabiamente ficción, sensibilidad y emoción. Todo ello describiendo un futuro bastante incierto y en el que quedan muchas cosas sin resolver, pero, como dijo Stephen King en una ocasión, “el misterio es lo que perdura y no la explicación”.

Klara y el Sol. Kazuo Ishiguro. Anagrama.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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