Middlesex, de Jeffrey Eugenides: la dualidad del ser humano

Portada de Middlesex, de Jeffrey EugenidesJeffrey Eugenides está considerado como uno de los mejores narradores actuales de la literatura norteamericana y, no en vano, Middlesex, que fue su segunda novela ganó el premio Pulitzer en el año 2003. Para muchos críticos, Middlesex es una de las grandes novelas americanas de las últimas décadas que tiene la originalidad y la valentía de tratar un asunto del que hoy en día se habla mucho: la identidad sexual. La existencia de dos personalidades sexuales dentro de un mismo ser humano da pie a encontrar dos estilos de vida, dos formas de ser y estar, dos realidades distintas aunque compatibles. Esa lucha interna por encontrar el equilibrio perfecto hace de actos peculiares y ordinarios un auténtico festín literario. La dualidad en su estado más salvaje.

La trama tiene como narrador y protagonista principal a Calliope Helen Stephanides, una persona hermafrodita (o intersexual, usando el léxico actual) que desde sus primeros años de vida lucha por encontrar su verdadero yo dentro de un mundo gobernado por dos personalidades totalmente contrapuestas. La dualidad masculina y femenina implica que, en cada acto o en cada respiración, la realidad sea vivida de formas distintas pero a la vez dentro de un mismo cuerpo. El propio narrador llega a afirmar, al comienzo de la novela, que nació dos veces: “fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974”. Detrás de esa sentencia, Cal (abreviatura del protagonista) alberga las mismas dudas que corroen a cualquier ser humano: el miedo al rechazo o al amor no correspondido.

La historia arranca con un Cal ya convertido en hombre y que trabaja como agregado cultural de Estados Unidos en Berlín. El conflicto le surge en esa ciudad alemana cuando se enamora de una mujer y es en esos instantes donde su vida y su realidad amenazan con saltar por los aires. Se pregunta si debe contarle a la mujer que ama su condición sexual o, si por el contrario, es mejor ocultarla. El miedo al rechazo le atenaza u es entonces, cuando en un ejercicio reflexivo, Cal nos cuenta la historia de su familia como si se tratase de un ejercicio para explicarse sí mismo y poder averiguar por qué es como es.

De este modo, la novela inicia la narración de una saga familiar a lo largo de tres generaciones. La primera, a mi juicio la más interesante y desarrollada, es la de los abuelos de Cal, Lefty y Desdémona Stephanides, unos griegos viven en una aldea cercana a Esmirna y que se ven forzados a emigrar cuando Grecia y Turquía se declaran la guerra, allá en los años veinte. Así conoceremos las dificultades que sus abuelos, que eran primos, tienen tanto para huir de Grecia, a bordo de un barco en el que consiguen embarcarse con documentación falsa y en donde se casarán, como para comenzar una nueva vida en Estados Unidos, en donde inicialmente son acogidos por la prima Lina y su marido, un buscavidas llamado Jimmy Zizmo. Ambas parejas tendrán hijos de forma casi simultánea, de modo que Desdémona dará  a luz a un niño y Lina a una niña. Esta pareja, ya de por sí consanguínea, a su vez terminará por casarse y engendrarán a Cal, que nacerá como Calliope. La segunda generación familiar (la de los padres de Cal) es, para mi gusto, la menos interesante narrativamente hablando. Cuando el lector llega a la parte de la saga familiar que corresponde a Cal, la novela está ya bastante avanzada. No obstante, el interés de Middlesex sube cuando comenzamos a conocer por primera vez los conflictos internos que Calliope tiene que sobrellevar en su vida diaria, con sus compañeras de colegio, con sus padres, con su hermano, con los chicos y con sus amigas, todos ellos generados por la confusión de identidad que ella misma no termina de entender y que se resistirá a aceptar.

Middlesex describe algunos momentos históricos de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX, como la crisis del 29, la Ley seca y el contrabando de alcohol o el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, el narrador intenta bucear en su pasado genealógico, intentando encontrar la raíz de su condición. Una trama sin duda fascinante donde Jeffrey Stephanides busca explorar los problemas de la sexualidad, los variables motores de deseo del ser humano, o la riqueza que en su interior posee cualquier ser humano.

Como contrapartida, el intento por parte del autor de combinar una dualidad narrativa pasado (historia familiar) con presente (las reflexiones de Cal en Berlín), quizá le restan fuerza al conjunto porque hay momentos en los que, a mi juicio, solo sirven para romper el ritmo narrativo que es muy potente cuando la historia está centrada en la saga familiar. El desequilibrio se hace latente en ocasiones entre la ubicación, las raíces familiares y la identidad sexual, aunque hay que reconocer que tampoco es un problema capital de todo el conjunto. Es probable que si el autor hubiese renunciado al intento de explicar el  protagonista desde un punto de vista fundacional y generacional, el resultado sería una obra más completa e intensa, con mayor dramatismo.

A pesar de todo lo anterior, Middlesex es una novela absolutamente desgarradora, tenaz y contundente. Una obra con mayúsculas de uno de los autores contemporáneos más destacados y cuya prosa no tiene fisuras. Un absoluto acierto y totalmente recomendable.

Middlesex. Jeffrey Eugenides. Anagrama.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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