Nostalgia, de Mircea Cartarescu: el lirismo onírico

Portada de Nostalgia, de Mircea CartarescuBajo el título de Nostalgia, el poeta rumano Mircea Cartarescu publicó en 1993 una obra que él define como una “novela” aunque en realidad es un conjunto de relatos y novelas cortas. Concretamente, Nostalgia está compuesta por los relatos titulados El ruletista, el Mendébil y El arquitecto y dos novelas cortas tituladas Los gemelos y REM.

El ruletista

El relato que abre el libro a modo de prólogo es El ruletista. Sé que el autor ha ordenado este libro siguiendo unos criterios personales, pero para aquellos lectores que tengan interés en leer este libro, yo les haría una recomendación: dejen este relato para el final. ¿Por qué? Pues porque es sin lugar a dudas el relato más potente y extraordinario de los que componen el libro, así que, al menos en mi caso, después de leerlo me quedé tan maravillado que el resto de las narraciones, aunque magníficas y de una calidad indiscutible, no me llenaron tanto. De haberlo leído en otro orden, habría terminado todavía más complacido.

En El ruletista el narrador es un escritor que ha sido testigo de los acontecimientos que relata. Su historia se centra, lógicamente, en el personaje que da título a este relato, un personaje que él califica directamente como un psicópata. Al ruletista lo conocerá en un antro clandestino de Bucarest, en donde se reúnen personas adineradas que buscan la emoción fuerte de las apuestas. En este caso, las apuestas se hacen con el juego de la ruleta rusa. Las personas que ejercen como jugadores son, por lo general, pobres desgraciados con la vida lo suficientemente arruinada para no tener nada que perder. Para estos jugadores el juego se convierte en una oportunidad de enriquecerse y cambiar de vida. Fracasar en el juego los aboca a una muerte a la que, hasta cierto punto, ya estaban condenados de antemano.

El ruletista que protagoniza esta historia llegará a convertirse en un hombre rico, a costa eso sí, de ese impulso psicópata con el que lo define el narrador, y que a veces nos hace creer que es un suicida vocacional. De este modo, el protagonista de este cuento se jugará la vida en repetidas ocasiones y, cada vez que sobrevive a un nuevo juego, su fama y su fortuna se acrecientan. Su suerte proverbial en los tugurios en los que se organizan estas veladas de apuestas hace que sea conocido como “el campeón mundial de la supervivencia”. La fortuna amasada y la fama que adquiere se convierte para él en una especie de espiral viciosa que lo llevar a buscar, cada vez, un mayor gloria, para lo que él mismo se impone retos cada vez más difíciles. El mecanismo para esto es sencillo: cada vez que reaparece ante “su público” añade una bala más al revólver, de modo que, si las primeras veces utilizaba una bala, pasará a introducir dos, tres, cuatro, cinco y, el más difícil todavía: seis balas en un cañón de seis.

Las más importantes personalidades del mundo de la política, empresarial y de la cultura pagan para acudir a esos espectáculos clandestinos. Lo más granado de la sociedad rumana se reúne allí, lo que nos revela a modo de crítica feroz, la podredumbre de valores de una sociedad degradada para la que la morbosidad, la violencia y la muerte, forman parte de un espectáculo exclusivo. El hecho de que el ruletista asuma desafíos cada vez mayores, casi imposibles, es por su temor a perder el prestigio, a que ya no hablen de él y ser olvidado, pues para él, no hay nada peor que ese olvido. Cartarescu nos describe a un hombre con el que pretende ofrecernos una particular parábola de la sociedad actual en donde cualquier cosa vale para alcanzar, no ya el prestigio, sino la inmortalidad, la admiración perpetua de propios y extraños, aunque esa admiración, contrariamente a lo que cree el propio ruletista, sea algo completamente efímero. Este es, sin lugar a dudas, como ya he comentado, el relato más potente de todo el libro.

Los tres siguientes relatos componen el núcleo central del libro y aparecen agrupados bajo el título de Nostalgia. Todas estas historias de Nostalgia se van a localizar, antes o después, en la calle Stefan de Mare de Bucarest. Durante toda la obra el autor recupera, de modo recurrente, una rama humanista donde se defiende con añoranza el ensalzamiento de la felicidad plena que es la infancia y donde la adolescencia se convierte en el triste despertar al mundo de cualquier ser humano. Con ciertos tonos oscuros y catastrofistas, el autor exagera en ocasiones el recuerdo ya de por sí almibarado de la niñez, quizás con el propósito de contrastar más aún el inicio de esa época de sombras que es la adolescencia. Un momento crítico de la vida de cualquier ser humano donde el inicio de las necesidades e impulsos sexuales pueden marcar el resto de nuestros días.

El Mendébil

En esta segunda historia, narrada en segunda persona, se retoma parte del hilo conductor del relato anterior. Localizada en una calle específica dentro del entorno natural del autor, el protagonismo recae en un diverso grupo de niños de un entorno humilde y obrero. La costumbre natural de llevar a cabo juegos crueles y sádicos entre ellos mismos chocan de repente con la aparición en escena de un pequeño joven, delicado y frágil tanto en cuerpo como en alma. La violencia que empieza a emerger en mentes ya no tan infantiles empiezan a eliminar divisiones invisibles en cuanto a diferencia de sexos, demostrando la crueldad que viven aquellos que desarrollan sus mentes antes que el resto.

Los gemelos

Esta pequeña novela es, sin duda, la más experimental de todo el conjunto. Una red de voces teje, de manera oscura y descarnada, las trágicas historias de amores juveniles no correspondidos, de sentimientos reprimidos y sexualidad transgredida en un claro conflicto de lo deseado y lo bien visto. Una serie de elementos, más o menos sucios, que sirven para construir en mayor o menor medida nuestra futura personalidad. La historia plantea, de un modo inteligente, una serie de preguntas en torno a los límites de lo considerado por algunos como normal (si es que eso existe, por supuesto), y la necesidad de dejar de clasificar personas, sentimientos y tendencias. El hostigamiento que, por cultura e influencia social, se ejerce desde la figura del niño hacia la de la niña y como eso influye de manera determinante en nuestra actual estructura social.

REM

Centro neurálgico de la novela. Si el libro ya posee cierto estilo lírico muy marcado, en esta pequeña historia este elemento va a a desbordar cada párrafo. La imaginación y el mundo real de una niña de apenas 12 años, que trasgrede divertida entre niñez y pubertad, es contada por un narrador totalmente fuera de lo corriente: un pequeño insecto. La vida amorosa de Svetlana (que ahora tiene 35 años) se convierte en permanente viaje a recuerdos pasados donde todas las imágenes parecen estar sacadas de un mundo paradisíaco. La confirmación de un amor lésbico no correspondido destroza aquel mundo infantil de idealización que, de manera irremisible, queda abonado desde entonces a un enorme vacío existencial.

El arquitecto

El relato de El arquitecto, que cierra el libro a modo de epílogo y tiene cierta simetría estilística con el relato de El ruletista, narra la obsesión de Emil Popescu por su nuevo coche, en concreto por el claxon de este, que al principio del relato se ha quedado atascado y suena sin parar, lo que lleva a sus vecinos a la desesperación y que lleva a su personaje a crear una teoría musical que se convierte en una auténtica parodia y que, en ciertos pasajes, nos remite a un estilo casi kafkiano.

Nostalgia, a nivel general, y los anteriores relatos en particular, constituyen un magnífico ejemplo de literatura plena, efectiva, contundente y real con la que la inmensa mayoría de los lectores nos sentimos plenamente identificados. Una obra imprescindible que nos llevará a realizar una nueva lectura de la misma cada cierto tiempo ya que, gracias a la fluidez de su prosa y la intensidad de los recuerdos que evoca, revive de manera efectiva nuestros recuerdos más intensos de niñez y juventud ya perdidos.

Nostalgia. Mircea Cartarescu. Impedimenta

 

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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