Desgracia, de J. M. Coetzee: tocando fondo

Desgracia podría definirse como una novela existencialista de finales del siglo XX, en el sentido en que David Lurie, el protagonista de esta historia, es quien define desde el comienzo el significado de su propia vida, su existencia concreta en el mundo, al margen de que pudieran encontrarse ciertos paralelismos con Roquentin, el personaje de La náusea. J. M. Coetzee logra con esta novela la que quizá sea su obra más redonda, más compleja, y también la más definitoria de su estilo, siempre magistral. Esta novela nos llevará desde Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, hasta las entrañas de este país. Los sucesos trágicos se irán sucediendo y las desgracias marcarán las vidas de los personajes. Todo sazonado por un suspense que nos obliga a leer sin parar hasta el final.

Una serie de huidas

La trama de Desgracia se centra en David Lurie, un profesor universitario de Literatura especializado en poesía romántica inglesa, el cual imparte sus clases en Ciudad del Cabo. Está divorciado, dar clase no le supone más que un monótono trámite y saciar su deseo es lo único capaz de moverle. Así, se ve una vez por semana con una prostituta de lujo llamada Soraya, con la cual encontrará una cierta paz. Sin embargo, hay un momento en el que Soraya se retira de la profesión y eso supone un primer choque emocional para David Lurie, quien no sabe cómo reaccionar a esa ruptura en su rutina, que le proporcionaba tranquilidad.

Esa ruptura no será la única, ni tampoco la más grave. Dispuesto a resolver su problema con el sexo, este profesor cincuentón se aprovecha del influjo que tiene sobre una alumna, Melanie Isaacs, y la seduce con artimañas, entablando una relación sexual con ella que, poco después, trascenderá por una denuncia de la propia alumna y le costará la plaza que ocupa en la Universidad. Así es como comienza Desgracia, que a partir de ese punto nos narrará la caída de David Lurie, hasta que toque fondo.

El apartheid como tema de fondo

En su arrogancia, David prefiere perder su puesto a reconocer el idilio y, además, movido por la preocupación por su hija Lucy, decide irse a vivir a las tierras que esta posee en el interior del país. Un detalle importante que hay que tener en cuenta para encajar todas las piezas de Desgracia, esta transcurre en los años posteriores al apartheid. Al llegar a la granja, descubre el modo de vida hippie de su hija y su lesbianismo, aunque la inseguridad del lugar en el que vive es la mayor preocupación del protagonista.

El peso del apartheid aún deja huella y todo el odio que cristalizó se rompe con la violación en grupo de Lucy por un grupo de negros. Ante esta situación que no ha podido detener y el abismo generacional que hay entre él y su hija, acaba por volver a Ciudad del Cabo. Al llegar, encuentra su casa saqueada y destrozada. Su ropa ha desaparecido, al igual que sus discos de música y su pasado. La última desgracia vendrá con la llamada de Lucy, quien se ha quedado embarazada, ha decidido casarse con su violador y también rechaza las tierras que poseía para irse con su futuro marido.

Multitud de temas

En Desgracia se concentran una serie de temas que Coetzee logra imbricar con maestría. Por un lado, se tratan los problemas que trae el mismo paso del tiempo. David, con más de 50 años, no encara muy bien una vejez cada vez más próxima. Además, no logra encajar la forma de vida de su hija y su manera de pensar. Por otro lado, la situación social y política del país es algo que el autor mantiene en segundo plano, pero que ocupa el centro de la narración cuando es necesario.

También opone el mundo rural al urbano, el amor con la muerte y las diferencias y similitudes entre los hombres y animales. Otro aspecto a tener en cuenta para comprender Desgracia, y que sirve como eje central, es el lenguaje. El inglés es uno de ellos, pero también se da cabida al idioma de los nativos e incluso al de los animales. El propio silencio como forma de comunicación juega en ocasiones una parte importante.

Con toda esta variedad de temas Coetzee logra separar y unir a los personajes a su conveniencia, de modo que estos se desarrollen aparentemente por separado mientras en la novela se van tejiendo una maraña compleja de relaciones, con ambiente único y un pulso narrativo excepcional, como el que solo consiguen los verdaderos maestros.

En definitiva, Desgracia es una novela magnífica con unos personajes muy bien definidos, una obra que desborda fuerza aun con toda su complejidad y carga existencial. Su variedad de temas, que no estorba en ningún momento, y la crudeza de algunos momentos nos acerca a la naturaleza del ser humano y sus propias contradicciones, las cuales son el motor de la trama.

Desgracia. J.M.Coetzee. Debolsillo.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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