Olvidado rey Gudú. Ana María Matute

Olvidado rey Gudú

Hay quien cataloga Olvidado rey Gudú como una novela de fantasía y no hay duda de que en esta obra la imaginación desborda por cada página del libro. Sin embargo, a veces las clasificaciones de las novelas dan una impresión no siempre acertada de la realidad. Antes que una obra de fantasía, yo diría que esta novela es sencillamente un auténtico prodigio literario, una obra maestra como he leído pocas. Ana María Matute es siempre una buena opción; yo conocía gran parte de su obra narrativa, novelas y relatos que, sin duda alguna, son admirables, pero creo que no he vuelto a leer un libro suyo que me haya fascinado tanto como éste. Olvidado rey Gudú no es sólo un libro, es un lugar mágico, un derroche de imaginación, un auténtico deleite.

La obra está repleta de fábulas y de personajes mitológicos y la autora realiza más de un guiño que nos devuelve al mundo de los cuentos de la infancia, ese territorio remoto en el que habitaban reyes, princesas, magos y todo tipo de criaturas fantásticas. Ambientado en un tiempo y un lugar que nos recuerda al de la Edad Media, leyendo este libro uno no puede evitar rememorar aquella otra gran novela de Ana María Matute que se tituló La torre vigía, otra excelente narración que, sin embargo, es superada con creces por ésta tanto estilística como argumentalmente.

La novela nos narra la historia del reino de Olar, fundado por el hijo del conde Olar, el rey Sikrosio, un reino que comienza a formarse a partir de lo que sólo era un condado a fuerza de una ambición desmedida, crueldad sin límites, el más puro egoísmo y también algo de azar. Para empezar, Sikrosio no duda en matar a todos sus hermanos para conseguir el poder absoluto. La historia de Olar y sus sucesivos reyes viene a ser una metáfora de la humanidad, de su lado más cruel y brutal, pero también es el relato de las pasiones, anhelos y virtudes de sus personajes. Como cabe imaginarse, Olar se irá construyendo a lo largo de sucesivas guerras, expandiendo su territorio hasta alcanzar su límite. El esplendor del reino de Olar llegará con Volodosio, hijo de Sikrosio.

Volodioso conquista los reinos vecinos por la fuerza bruta, aniquilando prácticamente a todos sus enemigos. Una de las pocas personas que sobreviven es Ardid, la hija de un rey al que Volodioso mata. Ardid jura vengarse de Volodioso y, con la ayuda de su maestro El Hechicero invoca al Trasgo del Sur, que acepta ayudarla en sus propósitos a cambio de vino. Como parte de su plan de venganza, siendo todavía una niña, Ardid se casa con Volodioso, pero éste se cansa pronto de ella y permanece ocupado haciendo la guerra o acostándose con otras mujeres. Cuando Ardid es ya una mujer, Volodioso tiene un hijo con ella, al que llamarán Gudú en honor a un gran rey del pasado.

Cuando Gudú tiene tres años, su padre Volodioso es herido de muerte en una cacería, al ser embestido por un jabalí. En su lecho de muerte, convoca a sus hijos para nombrar el que será su heredero. Por una cuestión azarosa, la mano que Volodioso iba a posar sobre la cabeza de Predilecto, el hijo de su primer matrimonio, acaba posándose sobre Gudú, que se había metido bajo la cama del rey en busca de una pelota y sale justo en el momento en que la mano de Volodioso, con su último aliento, buscaba la cabeza de Predilecto, pasando a ser el niño Gudú el designado como sucesor.

Gudú es nombrado Rey de Olar, pero debido a su obvia inmadurez, Ardid pasa a ser la regente del reino hasta que su hijo tenga la edad suficiente. La Reina decide que para que su hijo sea el más grande rey que ha habido nunca en Olar debe extirparle todo el amor y la posibilidad de amar, para lo cual recurre a los poderes mágicos del Trasgo. Esto tenía una condición: si le extirpaban la capacidad de amar, con ella, desaparecería también la capacidad de llorar y, si lloraba alguna vez, todo sería olvidado.

A partir de ese momento comienza la historia del reinado de Gudú en el que irán apareciendo muchos más personajes que desencadenarán la trama, de la que no voy a contar nada más, animando, en su lugar, a que se sumerjan en sus páginas.

El libro está escrito con la sensibilidad cruel que caracteriza la obra de Ana María Matute, con esa mezcla de lirismo e impiedad, así como un tratamiento de las emociones trágico al tiempo que inclemente. Como en toda obra con temática de reyes, reinos, ejércitos y guerras, en ésta también están siempre presentes como parte de su escenario natural la decadencia, la violencia y la barbarie. El libro es completamente absorbente, lleno de frases hermosísimas, con un lenguaje poético que invita a ser leído en voz alta. Los personajes que aparecen en el libro están llenos de claroscuros, son personajes cambiantes, intrigantes, algunos incluso verdaderamente antipáticos, pese a lo cual, como sucede con el propio Gudú, pese a toda su crueldad, despiertan una parte de nuestra compasión y, lo que es más importante, nos conmueven. Si no quieren que este libro caiga en el olvido, les recomiendo encarecidamente su lectura. Tal vez se les escape una lágrima, pero no teman, aunque la historia les emocione hasta ese punto, cuando lleguen a la última página ya habrán adivinado que difícilmente podrán borrarla de su memoria.

Ana María Matute. Olvidado rey Gudú. Editorial Espasa

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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