Amado monstruo. Javier Tomeo

amado monstruo

El pasado fin de semana me enteré de la noticia de la muerte de Javier Tomeo, quizá uno de los novelistas más prolíficos, originales, imaginativos e internacionales que ha dado la literatura española del siglo XX y que, como sucede en ocasiones, fue profeta en su tierra y tuvo un mayor reconocimiento fuera de España. Este artículo es mi humilde homenaje a un autor al que descubrí hace ya bastante tiempo pero del que guardo un grato recuerdo.

Tomeo tuvo la osadía de rechazar la literatura realista y ser uno de los pocos narradores españoles que se adentró en el terreno de lo absurdo y lo surrealista, adoptando más como modelos literarios a Franz Kafka, Samuel Beckett o a Thomas Bernhard que a la literatura realista o costumbrista. Además de los mencionados escritores, el propio Javier Tomeo reconoció en más de una ocasión la indiscutible influencia que ejerció en su obra la poderosa figura de Luis Buñuel, aragonés como él y de quien supo captar su peculiar sentido del humor aplicándolo, cómo no, a sus escritos. El humor y el gusto por lo absurdo, lo surreal, son constantes en toda su obra. La narración simbólica, plagada de metáforas, de alegorías, eran algo difícilmente asimilable en la España de la censura franquista en la que él empezó a escribir y publicar, a finales de los años sesenta.

Amado monstruo, quizá su novela más reconocida dentro y fuera de España, es una de sus obras más singulares y quizá sea la más perfecta. Como la mayoría de sus narraciones, es breve pero intensa. Fue finalista del prestigioso Premio Herralde de Novela en 1985, traducida a varias lenguas y obtuvo un éxito fulgurante en Francia, donde llegó a ser finalista del premio al mejor libro extranjero e incluso tuvo adaptaciones teatrales llegando a triunfar nada menos que en el teatro Colline de París.

Amado monstruo cuenta la historia del jefe de personal de un banco que entrevista a uno de los candidatos para el puesto de guardia jurado. El tema central, sin embargo, podría resumirse en la historia de una obsesión que, como descubriremos pronto, se centra en la figura de una madre posesiva y dominante, una trama donde se trasluce cierto conflicto edípico, un factor que resulta ser el único elemento en común entre el entrevistador, llamado Krugger, y el entrevistado que responde al nombre de Juan D.

Desde el comienzo la narración mantiene una tensión constante. Cada personaje se desenvuelve de un modo diferente por el mundo y sus diferencias son más que evidentes. Encontrar un punto común, un nexo entre estas dos personas, parece del todo imposible, pero no resulta así. Javier Tomeo escribe con una sutil ironía, usando de forma magistral un humor negro que no resulta cargante, llegando a inspirar incluso cierta dosis de ternura. El estilo es sencillo, incluso llega a ser por momentos sobrio, pero los diálogos son, sin lugar a dudas, brillantes.

La primera sorpresa viene cuando el entrevistador Krugger (y también el lector) descubre que, pese a pasar de los treinta años, se trata de la primera entrevista de trabajo que realiza Juan D., y no sólo eso, sino que además éste ha tenido que escaparse del apartamento donde vive con su posesiva madre para poder acudir a dicha entrevista. Juan D. es un hombre que en toda su vida no ha hecho nada salvo permanecer recluido, bajo la protección obsesiva de su madre. Descubrimos que le gusta leer y escuchar música, pero en la entrevista elude mencionar sus gustos artísticos temiendo que esto sea un inconveniente para ser aceptado, pues, según su criterio, un trabajo en el banco no es algo apropiado para intelectuales. El protagonista tampoco tiene amigos, y aunque fue algunos años a la escuela, su madre lo sacó siendo muy niño y lo educó ella misma en casa. En plena madurez, Juan D. tiene un deseo evidente de independencia. Odia a su madre porque se siente asfixiado por ella, pero al mismo tiempo la ama porque ella se ha convertido en todo su mundo, y existe una dependencia bastante fuerte. Paralelamente descubriremos entonces que Krugger perdió a su madre siendo muy niño, pero el recuerdo de su figura lo ha acompañado siempre y la idolatra aun cuando no llegó a conocerla. De algún modo, esa concepción hace que Krugger tome partido y se ponga del lado de la madre de Juan D. De este modo, somete a su entrevistado a un intenso interrogatorio lleno de ironía y que va adquiriendo sucesivos giros, hasta llegar a un final al que quizá se le puede reprochar que no es del todo imprevisible, pues el título ya nos proporciona una pista acerca del desenlace, pero resulta bastante acorde con el tono general del libro y genera cierta dosis de expectativa y sorpresa. Amado monstruo es una obra que, en definitiva, resulta irónica y mordaz, al tiempo que entrañable; una narración que, bajo la máscara de un sutil humor, conmueve y no se olvida con facilidad.

Amado monstruo. Javier Tomeo. Editorial Anagrama

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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