Estas ruinas que ves, de Jorge Ibargüengoitia

Portada Estas ruinas que ves. Jorge Ibargüengoitia

La novela Estas ruinas que ves es un libro lleno de encanto y simpatía con el que el autor, Jorge Ibargüengoitia, establece de manera casi inmediata una relación de complicidad con el lector debido principalmente a la frescura de su narrativa. Se trata de un texto de apariencia humilde y sin pretensiones, alejado de las complejas novelas hispanoamericanas que constituyeron el boom, pero no por ello esta obra deja de ser extraordinaria, y su autor, Jorge Ibargüengoitia, que por desgracia falleció demasiado prematuramente, albergaba sin lugar a dudas una pluma excepcional, tan capaz de afrontar una narrativa seria (como en el caso de la excepcional novela Las muertas), como la crónica (como en el caso de la maravillosa compilación Revolución en el jardín) como la narrativa jovial y desenfadada de Estas ruinas que ves.

Pero si hay algo que define a Jorge Ibargëngoitia en toda su producción narrativa es la ironía, con una inclinación más cómica o más seria, según el caso, pero que, fuera de dudas, es una de las señas de identidad que lo definen como escritor.

Autoficción y costumbrismo de la provincia mexicana

Estas ruinas que ves comienza cuando el narrador, Paquito Aldebarán, vuelve a su Cuévano natal para trabajar como profesor de literatura en la universidad de la ciudad. Ya en el mismo tren de camino, el protagonista irá conociendo a los pintorescos habitantes con los que más tarde entablará relación en su vuelta a los orígenes.

En este sentido, la novela podría definirse como autoficción, ya que, de manera deliberada, Jorge Ibargüengoitia utiliza paralelismos con su propia vida. Este recurso parece divertirle, ya que vuelve a jugar a establecer símiles con su biografía en varias ocasiones. Un ejemplo de esto es la intención de Paquito de escribir una novela que, en muchos aspectos, por las indicaciones que da al lector, nos hace evocar a la que sería la siguiente novela de Ibargüengoitia: Las muertas.

No obstante, el uso de los parecidos circunstanciales con la biografía del escritor no deja de ser un recurso más, ya que son los personajes de Cuévano quienes ocupan el centro de la historia. Aldebarán centrará su relato en su relación con los que él mismo denomina «intelectuales de pueblo«: un grupo de profesores de universidad, alumnos y allegados con los que entablará vínculos de amistad y amorosos.

Como el protagonista confiesa, la ciudad es tan pequeña que no le queda otro remedio que enamorarse de una de sus alumnas y de la mujer de un amigo suyo, colega catedrático de la universidad. La relación adúltera con la mujer, al tiempo que mantiene la amistad con su colega cornudo, está descrita con un sentido del humor finísimo y con esa ironía tan característica del genial escritor mexicano.

Estas historias y otras más componen poco a poco el retrato de la sociedad que va pintando Paquito. Es precisamente esta imagen de una sociedad pintoresca y con contradicciones la que mantendrá atrapado al lector. A través del contraste del intelectualismo de los personajes con las costumbres desfasadas típicas de la vida de provincias, Jorge Ibargüengoitia es capaz de relatar situaciones muy cómicas que harán sonreír al lector durante toda la novela.

Una redacción magistral

La simpleza del relato y las escasas pretensiones que tiene una novela que carece de género sirven para subrayar la calidad en la redacción, y los magníficos recursos con los que Jorge Ibargüengoitia se irá ganando la complicidad del lector a medida que avance entre sus páginas.

Los guiños que he mencionado anteriormente a su propia biografía y al uso del tono irónico y chistoso nos mantienen enganchados durante toda la obra, y sirven como herramientas para empatizar con el protagonista incluso en las situaciones más disparatadas que se le plantean.

Esta empatía entre el lector y el protagonista se ve reforzada ante la ingenuidad con la que Paquito se enfrenta a determinadas situaciones. Durante muchas páginas actúa de un modo ingenuo, a veces casi iluso, por ejemplo creyéndose un rumor que le cuenta un borracho sobre una de las chicas del pueblo sobre la que, según ese rumor, pesa una terrible dolencia en el corazón que le impide hacer el amor. Jorge Ibargüengoitia implica a los posibles lectores en la situación del protagonista apelando directamente a ellos y haciendo preguntas de manera regular al final de cada párrafo.

A medida que avanza la novela, ese tono irónico y burlón del que ya he hablado al comienzo va evolucionando a otro un poco más nostálgico y sentimental, como si Paquito Aldebarán estuviese pasando de la actitud divertida de la novedad a comprender que la vida que le espera será monótona y sin demasiadas emociones. Un descubrimiento que, en cierto modo, enlaza con el título de esta novela.

Con Estas ruinas que ves les garantizo que podrán disfrutar de una lectura ligera y feliz, plagada de unos momentos divertidos y otros irónicos que, de forma natural, les asomarán a la vida de provincias en México. Se trata de un relato con un encanto especial que les dejará con un buen sabor de boca. Y pocas cosas hay más recomendables que cerrar un libro con una amplia sonrisa de satisfacción.

Estas ruinas que ves. Jorge Ibargüengoitia. Seix Barral.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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