La puerta de al lado, de Fabrice Roger Lacan: guerra entre vecinos, batalla entre sexos

Fabrice Roger Lacan La compañía Barco Pirata vuelve a hacernos pasar un estupendo rato con esta obra de Fabrice Roger Lacan (nieto del filósofo y psicoanalista Jacques Lacan). Dirigida por Sergio Peris-Mencheta, esta adaptación teatral goza de frescura e ingenio. Plagada de diálogos lacerantes y divertidos, nos muestra a dos vecinos con caracteres antagónicos e irreconciliables. Ella es una psicoterapeuta  (imaginamos que la profesión es un guiño lacaniano) con una personalidad bastante reservada e insociable, estirada e irascible hasta un punto que roza e incluso sobrepasa la pura antipatía. Él es jefe de marketing de una compañía de yogures, un tipo afable, simpático, juerguista y con un punto de vulgaridad. Ambos son cuarentones sin pareja que tratan de evadirse de sus respectivas soledades por medios muy diferentes: ella parece encerrada en su caparazón profesional, de modo que no tiene reparo algunos cuando acepta realizar artículos de libros infumables, o asistir a congresos internacionales para los que tiene que tomar vuelos de larga distancia y la vemos como una mujer maniática del orden , intransigente y sin pelos en la lengua; en cuanto a él, cuando no está de juerga con los amigos, trata de distraer su tiempo con música relajante o practicando el yoga. Ambos tratan de buscar una salida que satisfaga un deseo común a ambos: encontrar una pareja con quien compartir sus horas muertas, que a ninguno de los dos causan satisfacción. Para ello recurren a esa realidad virtual cuyo escaparate son las redes sociales de contactos. Ambos se registran en una de estas redes tratando buscar su ideal de pareja perfecta, aunque, una vez tras otra, fracasen en el intento.

Desde la primera vez que se encuentran ambos personajes, el espectador sabe de sobra que va a asistir a una especie de comedia romántica, y sabe de sobra cómo va a terminar. Pero esa previsibilidad no le quita valor a la obra, ya que más que sorprender con el final, lo que la obra parece pretender es sorprender con el desarrollo, es decir, como dos posiciones tan absolutamente enfrentadas y antagonistas, pueden acabar en un inevitable final feliz.

Los dos únicos intérpretes de esta obra están verdaderamente pletóricos y bordan sus respectivos papeles. Tal vez el que interpreta Silvia Marsó sea el más complicado, en el sentido de que es un papel que está pensado para transmitir antipatía al espectador, pero, al mismo tiempo una pizca de ternura, en especial cuando el espectador se sonríe (o incluso se ríe a carcajadas) ante ciertas frases extemporáneas que nos sorprenden por su rudeza. Además, Silvia Marsó es una actriz que en su trayectoria ha interpretado en más ocasiones dramas que comedias, por lo que resulta muy refrescante verla desenvolverse magníficamente con absoluta frescura en este papel. En cuanto a Pablo Chiapella, mucho más acostumbrado a la comedia, encaja a la perfección en el papel y, al igual que Silvia Marsó, realiza una interpretación extraordinaria. Esta adaptación tiene una peculiaridad que no quiero pasar por alto, y es que la música que acompaña la representación está tocada en directo por el músico Litus. También cabe destacar el trabajo impecable de Elisa Sanz con una escenografía esquemática pero sumamente efectista que realza, si cabe, los magníficos diálogos chispeantes y divertidos que nos hacen reír con ganas desde el principio.

Hay un momento en la obra en que ella se burla cruelmente cuando él le asegura que Marguerite Duras es una de sus escritoras favoritas, y que se ha leído sus obras completas. Él trata de aparentar una cultura que no tiene cuando suelta una cita de Marguerite Duras:

“El hombre y la mujer son irreconciliables, y es ese intento imposible en cada nuevo amor lo que le da la grandeza.”

Esa cita viene a ser el leitmotiv de la obra que, como todo el mundo imagina, termina con un happy end que todos los espectadores celebran con alborozo, máxime cuando él concluye diciéndole:  “Sabes que esto va a ser un  infierno, ¿verdad?”. Entonces ella asiente con una sonrisa sincera y ambos se abrazan con fruición, lo que nos recuerda que, por difícil que sea cualquier relación, las personas tenemos la necesidad de querer a alguien, de pertenecer a alguien, y de amarlo hasta sus últimas consecuencias.

La puerta de al lado. Fabrice Roger Lacan. Compañía Barco Pirata.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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