Margen de error. Berna González Harbour: la profesionalidad obstinada

margen de error Berna González HarbourConocí a la periodista y escritora Berna González Harbour en el Festival  Granada Noir que se celebró el pasado mes de mayo. Previamente al inicio de la presentación de su último libro, con el sugerente título de Los ciervos llegan sin avisar, había estado ojeando los otros libros que se encontraban repartidos por la mesa de ventas, y fue una de esas veces en las que ver la portada de este libro titulado Margen de error, me incitaron inmediatamente a comprarlo, aunque no conocía nada de esta autora. Sin embargo, no ha sido hasta hace unos días cuando di comienzo a la lectura de esta novela policial y es que, no sé si estarán de acuerdo, yo creo que la llegada del verano con estos días asfixiantes de calor, son propicios para leer este tipo de historias con tramas policiales, con ese tinte negro o, cuando menos, gris marengo que a mí, lo confieso, siempre me ha gustado mucho aunque, eso sí, admito que con este género siempre he preferido el poder visual e impactante del cine negro a la literatura en la que se basa.

Uno de los puntos más atractivos de esta novela es, a mi juicio, el personaje central, con un nombre, María Ruiz, cuya apariencia de “normalidad” trasciende el propio nombre y desvela a una mujer excepcional, con una sagacidad y una pericia que, sin embargo, la autora nos muestra como si toda esa brillantez no tuviese importancia. El comienzo de la historia se intuye rápidamente como la continuación del libro previo (Verano en rojo). La comisaria María Ruiz vuelve a su trabajo tras una larga estancia por el hospital, en donde fue internada por las heridas que sufrió en su último caso. Y su regreso, como no puede ser de otra manera, es de lo más turbulento, pues nada más reincorporarse, María Ruiz se topa con el caso de un hombre que ha aparecido muerto en los madrileños jardines de El Retiro. Todo apunta a que se trata de un suicidio, sin embargo, la intuición de la comisaria le hace indagar y, cada paso que da, le lleva a sospechar con mayor fuerza que ese hombre no se ha suicidado, sino que se trata de un caso de asesinato. La propia madre del hombre lo proclama a gritos: que resulta imposible que su hijo haya hecho semejante estupidez, entre otras cosas porque muy recientemente ha conseguido uno de sus sueños: un coche de lujo. El razonamiento parece lógico: ¿quién acude al concesionario dispuesto a gastarse una fortuna para suicidarse a los pocos días? Las calles de Madrid, tomadas por los “indignados” ayudan a la hora de afilar ese clima de tensión y de locura que parece rodear a este caso. En los periódicos María Ruiz se entera de una llamativa ola de suicidios producida entre los empleados de una multinacional llamada Petrole de France. Como las piezas de un puzzle que se resisten a encajar, la comisaria incluye un indicio más que le ayuda a confirmar sus sospechas: aquel hombre también era un empleado de la misma multinacional.

La profesionalidad de la comisaria es patente en toda la historia. A pesar de no estar del todo recuperada, María Ruiz se resiste a abandonar un caso que, para todos, hubiera sido mucho más cómodo cerrar. Esa mezcla entre la falta de fortaleza física que padece la protagonista y su obstinado empeño por seguir adelante, poniendo en riesgo su salud y hasta su vida, la convierten en una heroína casi por accidente, pues la comisaria Ruiz no persigue la relevancia o el prestigio, sino algo mucho más simple: descubrir la verdad.

Como en todas las novelas de género, hay un trasfondo de denuncia social: el descontento de los indignados que de tanto en tanto aparecen, como de refilón, la falta de escrúpulos de las grandes empresas y las mafias que les ayudan a llevar a cabo sus objetivos sin reparar al usar los procedimientos más deleznables: reducir la plantilla y aumentar los beneficios a toda costa. Pero en la novela también hay otras tramas paralelas que aumentan el interés del conjunto. Por un lado, la historia de un secuestro, el de la hija de una juez, comienza a tomar forma a través de otro de los personajes principales de esta historia: el periodista Luna. Por otro lado, el interés de Tomás, un experto en informática pericial y amigo de la víctima que intenta desvelar las razones que pudieron llevar a su amigo a acabar sin vida.

La conexión de todas esas tramas se va hilando poco a poco, de un modo efectivo y con un estilo narrativo bastante ágil. En la presentación, la autora contó que se había documentado muy bien a la hora de contar ciertas fases de los procedimientos policiales de este tipo. Sin embargo, eso no se hace notar de un modo, por decirlo así, cargante, proporcionando un exceso de información. Berna González dosifica muy bien los recursos del mismo modo que sabe guiarnos a través de una trama compleja y entretenida de una forma que atrapa al lector. El ritmo es sumamente ágil y el texto se lee con tanta facilidad, que a veces podemos imaginar la trama como si se tratara de una película más que de un libro. Se trata, en definitiva, de una novela muy interesante y bien escrita, sin caer en lo pretencioso. Si no saben qué libro llevarse a la playa quien vaya estos días, yo diría que esta se trata de una muy buena opción

Margen de error. Berna González Harbour. RBA serie negra

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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