Pregúntale al polvo, de John Fante: la incapacidad de amar

Portada de Pregúntale al polvo, de John Fante

Tal vez nadie se acordaba ya de quién era John Fante hasta que Charles Bukowski lo descubrió por pura casualidad en una biblioteca, según él mismo cuenta en el prólogo de la novela Pregúntale al polvo. Que un poeta y narrador tan transgresor y rompedor como Bukowsky alabe el lenguaje directo e impactante de John Fante y lo proclame sin tapujos como un escritor original, con voz propia y con algo que decir, ya es mucho. Un fragmento de ese prólogo es el siguiente:

Cierto día cogí un libro, lo abrí… Cada renglón poseía vida propia. He ahí, por fin un hombre que se asustaba de los sentimientos. El humor y el dolor se entremezclaban con soberbia sencillez. Comenzar a leer aquel libro fue para mí un milagro tan fenomenal, como imprevisto. Se titulaba Pregúntale al polvo. Tendría una influencia en mis propios libros durante toda mi vida.

Un reconocimiento tardío

Con esta mención John Fante se convirtió, de la noche a la mañana, en un autor de prestigio y uno de los narradores contemporáneos de referencia obligada. Así, Pregúntale al polvo alcanzó, aunque tardíamente, un enorme éxito editorial en los años ochenta, medio siglo después de su primera publicación.

Pregúntale al polvo es la novela más conocida de John Fante. Se publicó en 1939 y está ambientada en los años de la depresión americana. El protagonista, Arturo Bandini, es joven escritor que trata de sobrevivir a duras penas con su trabajo. Vive en pensiones de mala muerte que va pagando con dificultad cada vez que consigue que un editor publique alguno de sus relatos. Cuando consigue colocar uno de sus cuentos, titulado «El perrito rió», Bandini derrocha el dinero ganado sin preocuparse de lo que pueda sucederle mañana. Se considera a sí mismo como un artista incontestable y le parece consecuente vivir al día.

Su vida transcurre entre trapicheos y penurias, esquivando a la dueña de la pensión en donde vive y tratando de colocar en revistas sus relatos que considera superiores. Pese a su evidente fracaso como escritor, Bandini no parece desanimarse; cree sinceramente que está llamado a triunfar y, en ese sentido, es notable la autocomplacencia y la vanidad que este personaje esgrime sin pudor a lo largo de toda la novela.

Parece que el personaje de Bandini, que John Fante utilizó en cuatro novelas, es una especie de alter ego del propio novelista, y las peripecias que se narran en Pregúntale al polvo y las restantes novelas de la serie, si bien no conforman una autobiografía en sentido riguroso, están muy cercanas a las experiencias reales que vivió John Fante en su juventud.

Uno de los momentos clave para el protagonista de Pregúntale al polvo sucede en una cafetería en la que intenta engañar al hambre con un café. Allí conoce a Camila López, una camarera de origen mexicano que es quien le ha servido el que califica como el peor café de su vida. Este primer encuentro, que transcurre con una discusión, marcará la relación de esta pareja a lo largo de toda la obra. Por una parte, Bandini y Camila sienten una atracción mutua pero, al mismo tiempo, su relación está marcada por un enfrentamiento continuo y, por tanto, parece abocada al desprecio y al fracaso.

Como cabe suponer, la relación entre Camila y Bandini es el verdadero hilo conductor de la novela. Las continuas peleas, reencuentros, reconciliaciones, discusiones, insultos y nuevos intentos de reconciliación, se suceden cíclicamente en una espiral de altibajos. A esta pareja se suma un tercer personaje, Sammy, un camarero que trabaja en el mismo bar que Camila y de quien ella está muy enamorada. Sin embargo, Sammy desprecia a Camila.

Consciente de la atracción de Camila por Sammy, Bandini reacciona con un ataque de celos. Curiosamente, Bandini no desprecia tanto a Sammy porque le ha arrebatado a su chica y se ha convertido en su amante como porque se entera por medio de Camila que quiere ser un escritor. Cunado Camila le lleva a Bandini algunos textos de su novio, este hace una crítica aplastante: sus escritos son horribles, una basura sin valor ninguno. Pero ambos saben que esa crítica carece de valor, que no va a producir el efecto que Bandini tanto anhela y es que Camila deje de querer a Sammy. Bandini tiene un comportamiento infantil que irrita a Camila: tan pronto la busca desesperadamente como la rechaza con crueldad.

La misoginia también es otro rasgo característico de un personaje que, pese a provocar nuestra más sincera antipatía, también nos mueve a la compasión. Pese a la pugna por Camila como trofeo, tanto Sammy como Bandini se dirigen a ella en distintas ocasiones con comentarios racistas, aludiendo a su origen mexicano. Un triángulo amoroso de lo más complejo en el que nadie parece poder querer a otro sin que medie un conflicto que parece irresoluble. Los tres personajes son seres desgraciados con una incapacidad absoluta para amar.

La sobriedad del lenguaje, parco, escueto y hasta intencionadamente vulgar en ocasiones, son las características principales de un estilo que busca la máxima depuración y naturalidad del lenguaje y rechaza las descripciones y las adjetivaciones por considerarlas adornos superfluos que distraen al lector del mensaje que esta novela trata de transmitir.

El final de este libro no defrauda las expectativas del lector: si en toda la narración John Fante consigue mantener ese estilo que se dio en llamar “realismo sucio”, el desenlace no podía convertirse en un final de cuento edulcorado. Consecuente hasta la última línea, Pregúntale al polvo nos deja con un final abrupto y desolador.

Pregúntale al polvo. John Fante. Anagrama.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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