Sant Jordi no cierra los ojos

04. libros

Cualquiera que me conozca un poco sabe que mis mejores ratos de ocio los paso leyendo libracos. En mi léxico particular, un libraco es una novela en forma de tocho de considerable espesor, más o menos como un ladrillo de ocho agujeros, que contiene al menos ochocientas páginas impresas. Uno podría pensar que hay pocos de estos ejemplares. Gran error. Los hay a montones, tantos que es difícil escoger uno entre la gran abundancia literaria de este mastodóntico género novelístico. El problema es encontrar esos libracos, o al menos encontrar los buenos libracos.

En el mundo del SMS y Twitter, parece que no hay sitio para pasar un par de horas deleitándose con Conversación en La Catedral, Nieve e incluso, en el colmo de la extensión, En busca del tiempo perdido. Así que los autores y editores «modernos» escriben algo ligerito pero que diga algo, no vayamos a imitar a Monterroso. Un libro sencillo y fácil de leer, que se venda bien. La antítesis del libraco.

Y a pesar de todo esto, a pesar de que Sant Jordi a veces me parece ciego y que mejor me quedaría la rosa, me es posible encontrar y leer pequeñas joyas densas y profundas de poco más de 100 páginas. Uno de esos descubrimientos se llama Los peces no cierran los ojos, de Erri de Luca. Un pequeño rincón donde la literatura se recoge concentrada. Se lo recomiendo, aunque ya haya pasado el día del libro.

Después de terminar tan delicioso librito, empecé Libertad, de Jonhatan Franzen: un libraco de 672 páginas.

Fotografía y texto: Rafael Maldonado

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