Continuidad de los parques. Jaime Pujol: encuentros con extraños compañeros de banco

continuidad de los parques cartelCon este título tan cortazariano, aunque poco tenga que ver con el estupendo cuento de Cortázar, (exceptuando, si acaso, una cierta circularidad, y el elemento inicial de un parque) en esta obra de teatro la compañía “Barco Pirata” vuelve a sorprendernos muy gratamente con un montaje originalísimo dirigido por Sergio Peris-Mencheta y basado en un texto de Jaime Pujol. Tal y como sucedía en la adaptación que este grupo teatral realizó con “La tempestad” de Shakespeare, cuando uno llega al patio de butacas, se encuentra con un escenario abierto en el que ya podemos ver los elementos del decorado, en este caso se trata de un parque donde nos encontramos el carrito de un barrendero, algunos setos y un banco ocupando el centro. Una de las acomodadoras del teatro se acerca de cuando en cuando al público, se presenta, y les anima a conocer a las personas que tienen sentadas a su lado. Más tarde esa acomodadora resulta ser la actriz Marta Solaz, que forma parte del reparto y que, entre otras cosas, durante toda la obra se encargará de proporcionar, usando su voz y un dispositivo electrónico (loop station), un efecto musical que envuelve cada escena de esta pieza en una especie de melodía que gira en espiral, cíclicamente, creando una atmósfera especial. Nada más comenzar la obra vemos proyectada una cita de Marguerite Duras que ya nos proporciona una pista de lo que vamos a encontrarnos en la función, pues nos remite a El Square, de Marguerite Duras, una novela corta que tuvo una adaptación teatral y cuya acción transcurre, precisamente, en el banco de un parque:

-A veces alguien se queda mirándole a uno.

-Ya veo. ¿Y se acerca? ¿Sin motivo?

-Sin motivo. Y entonces se entabla una conversación sobre cualquier tema general.

-¿Y luego? ¿Qué ocurre luego?

(El Square. Marguerite Duras)

Ese banco del parque que vemos en el escenario será el mismo por el que vamos a ver desfilar sin tregua a cuatro magníficos actores interpretando muy diferentes papeles, casi siempre en parejas, pero a veces también en grupos de tres o cuatro. Concretamente Roberto Álvarez, Fele Martínez, Gorka Otxoa y Luis Zahera, son los actores encargados de dar vida a personajes de lo más variopinto, componiendo en total ocho escenas diferentes, independientes en cuanto a lo que la trama se refiere, pero con el denominador común del parque, ese lugar de encuentros (y desencuentros, para darle un matiz cortazariano) entre conocidos, pero también entre extraños, por el que a diario pasan personas de todo tipo. Cada una de las escenas está pensada para el puro entretenimiento del espectador, por lo que resulta imposible aburrirse. Se trata de una obra de teatro que, si bien no tiene el brillo literario de “La tempestad”, consigue de forma muy efectiva y brillante divertir, hacer sonreír e incluso extraer sonoras carcajadas, lo cual, en los tiempos que corren, es algo que se agradece, y mucho. Pero al margen de las risas producidas hay que destacar el gran trabajo técnico que hay tras este montaje en el que creo que la compañía “Barco Pirata”, capitaneada por Peris-Mencheta, ha dejado claro que todavía se pueden hacer  obras de teatro que sorprenden por su originalidad.

Continuidad de los parques está planteada como un juego teatral en el que los actores deben actuar como una maquinaria de precisión, pues cada escena se encadena inmediatamente con la siguiente. Los intérpretes no paran de entrar y salir, cambiar de vestuario e incluso de maquillaje, lo que imprime a la obra un ritmo extremadamente ágil. La adaptación de Peris-Mencheta me pareció extraordinaria, porque hace que el espectador se sumerja de pleno en un juego lleno de giros y sorpresas con el que se gana al espectador, un juego en el que Roberto Álvarez, Fele Martínez, Gorka Otxoa y Luis Zahera se meten con maestría en la piel de muy diferentes personajes, manejando a la perfección registros de todo tipo, lo que confiere aún más mérito aún a sus espléndidas interpretaciones.

Cada una de las escenas nos muestra a personajes extraños, perdidos, desconcertados, y es ese desconcierto el que planea sobre la escena generando un juego de sucesivos equívocos en el que, a veces, las cosas no son lo que parecen y en donde las apariencias engañan, y de qué modo. Lo inesperado es siempre parte de estas historias en las que los actores se dejan llevar y se nota que todos ellos disfrutan plenamente de su trabajo, transmitiéndoles al público esa energía y esa alegría con la que actúan.

Un hombre que trata de seducir a otro, un borracho que proclama sus verdades al viento, un tipo que recibe una llamada de teléfono a través del teléfono de un desconocido, un extraño personaje con comportamiento esquizofrénico, o un hombre que trata de separar a su perro de otros perros que “juegan” con él, son algunas de las sorprendentes, delirantes, extravagantes y desternillantes historias que el espectador se encontrará cuando vaya a ver esta función. Si tienen ocasión, no duden en hacerlo, no les decepcionará y, se lo garantizo, no se aburrirán. Espero que los miembros del equipo de “Barco Pirata” sigan deleitándonos y “abordando” por mucho tiempo los escenarios españoles y que Dios guarde al teatro.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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